«¿Si fuera un chico tu me amarías?» || [Shinomitsu]

28

Kanao que había escuchado aquel grito, corrió lo más rápido posible a aquel lugar, eso fue emitido por su maestra, su hermana.

Cuando la vio ilesa, pudo aliviarse, pero su mirada se torno a una atónita, la Pilar del amor estaba herida.

—Kanao, llevate a Mitsuri de aquí.... — murmuró la azabache con voz muerta, dio una última sonrisa a su amada para encargarsela a la contraria.

— ¡Pe-pero, maestra!

—Kanao, haz lo que te digo.... — para voltear a verla, ella tenía algo en la mejilla izquierda, eran como pequeñas gritas, asimilando redes de una araña y una pequeña mariposa de tonalidades moradas y rosas ¿Acaso había activado la marca del cazador de demonios?

La menor hizo caso al pedido de su hermana, ella salió embalada con Mitsuri en brazos, seguía viva, por ahora.

Sus ojos observaron al demonio, él por primera vez en su vida sintió miedo, era extraño, ya que ese sentimiento se le hacía ajeno, en aquella mirada vacía, reflejaba una ira descomunal, era como ver a la muerte misma.

— Vaya vaya, no has cambiado nada....Dime Zenitsu, ¿puedes hacer algo más aparte de la primera forma?

—Te ves muy feliz para alguien que es un suplente de último recurso para las lunas superiores....Kaigaku.... — eso enojo al mencionado.

—Por qué tu....El legítimo sucesor del aliento del relámpago ¿Se volvió un demonio? — tomó un minuto, ya que se le hizo un nudo en la garganta.

— ¡Si tu no hubiera hecho eso! ¡El abuelo no se habría suicidado! ¡Él se apuñalado su propio vientre y nadie lo decapito! ¡Él sufrió una larga y agonizante muerte, todo por tu culpa!

— ¡A mí no me importa! ¡De hecho, estoy feliz de que él muriera!

—¡El abuelo murió porque no tuvo la suerte de tener un apropiado sucesor! — gritó Zenitsu enojado y con dolor, aquel hombre les dio todo, amor, un hogar, comida, cuando más necesitaron a alguien.

Él apareció y los acogió como sus propios hijos, ¿Y así le pagaba? No puede tolerar aquella falta de respeto.

Eso acabó la paciencia del demonio, por lo que empezaron a pelear.

Tú me odiabas, yo también, pero desde el fondo de mi corazón te quería como mi hermano, eras tan especial.

Eras tan importante como el abuelo para mí, supongo que eso no fue suficiente, siempre hacías ese sonido de no estar satisfecho, la caja de felicidad en tu corazón estaba abierta.

Y tu felicidad simplemente seguía escapandose, tienes que darte cuenta y cerrarla rápido o nunca estarás satisfecho.

«Lo siento abuelo, es aquí donde separamos nuestros caminos.... Lo siento, hermano....», pensó el rubio aguantado la tristeza que sentía por lo que iba a hacer.