4. Val

83 7 0
                                    

—No me parece alguien malo—Gilly amamantaba al Monstruo, quien últimamente había desarrollado un mayor apetito que el hijo de Mance—, a lo mejor hizo aquello, porque no tuvo más opción.

—No es más que un cambiacapas—Val en una silla contemplaba la cuna donde dormía tranquilo su sobrino—, varios de los cuervos lo acusan por eso.

—Sam me ha dicho que esos hermanos buscaban deshacerse de Jon. —Dijo Gilly mientras mecía un poco al pequeño monstruo.

—De todas formas tenía la intención de matar a Mance.

—Tales hermanos se lo ordenaron. —Gilly le dio un mirada de preocupación a Val—. Supe que te protegió durante el ataque del rey, tal vez sería bueno que hablaran para aclarar eso y otras cosas.

«De seguro que Jon argumentaría eso para querer reclamarme como suya.» Pensó Val.

—¡De ninguna manera! —ésta se levantó con brusquedad—le crees demasiado a ese gordo amigo suyo. Es normal que abogue tanto por él.

—Lo has dicho, es su amigo, es lógico que Sam haga lo que cree justo. Somos amigas, haríamos lo mismo.

—Hemos confiado demasiado en los cuervos, Gilly. Y mira como terminamos, como objetos de colección de ese maldito rey. Y lo más probable es que pronto ejecute a Mance.

—Cuando estaba con Craster embarazada, no sabía qué hacer, ya que si mi bebé era niño él se lo entregaría a los Otros. —Gilly adoptó un semblante de inquietud por ese recuerdo—. Pero me atreví a pedirle ayuda a Sam, él habló con Jon y no lo escuchó. De todas formas, Sam se las arregló para ayudarme a venir aquí con mi pequeño.

—Entonces debes agradecerle mucho a Sam, y no a Jon.

—Lo de Jon era algo que se habría podido esperar—Gilly apoyó la cabeza del bebé sobre su hombro—, pues no estaba obligado a hacer eso. Y pese a ello, no resiento de él.

Val se asomó por la ventana y observó por un buen tiempo lo que podía apreciar del Castillo Negro, gran cantidad de hombres del rey y la reina, que eran la mayoría, ciertos guardias negros y otro tanto de salvajes que iban y venían en los corredores del edificio. «Mance, parecía que finalmente ibas a lograr lo que otros no, pero llegó ese condenado rey, y ahora estoy aquí prisionera como tú.» Se dijo Val, quien estaba muy lejos de admitir la eximición de Jon en esos eventos.

—¿Qué piensas de Jon? —Preguntó Gilly.

—Lo que ya sabes, que es un cambiacapas. —Val apartó la mirada de la ventana sin voltearse a ver a su amiga.

—No me refiero a eso ¿Cómo lo ves personalmente?

—¿De qué hablas? —Val se apartó de la ventana para caminar hasta estar a la altura de Gilly.

—Si no fuera por lo que pasa ¿Te gustaría él? —Gilly mostraba una sonrisa tímida. —Era hijo de un gran señor, y es muy apuesto.

—¡Pero qué dices! —dijo Val poniendo los ojos como platos—No vuelvas a sugerir eso o me olvido de que eres mi amiga. «Estos bebés también te succionan los sesos.»

—Ygritte terminó sintiendo algo por él, y al parecer también Jon, dicen que se entristece mucho cuando la recuerda.

—Ella pagó muy caro por entregarle su amor a ese cuervo, y ahora está muerta.

—No puedo comprender lo que te ocurre—Gilly se puso de pie—, perder cosas tan valiosas de forma repentina nos afectan mucho. Quizás requieras de tiempo para eso, y comenzar a superarlo podría venir de donde menos lo esperas.

La Princesa del Invierno: I El Saneamiento del MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora