8. Emmett

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Las practicas se habían vuelto bastante animadas en cuanto los hombres de Guardiaoriente del Mar comenzaron a dar sus demostraciones de agilidad con las armas. Y entre ellos figuraba Férreo Emmett, uno de los mejores hombres de Cotter Pyke. Era espigado, pero bastante ágil con la espada, y eso lo hacía un buen contrincante con el que uno se podía entrenar. Por eso Jon Snow prefería luchar con él. Sin embargo, tales prácticas no estaban resultando nada placenteras para el bastardo, pues Emmett lo dominaba con suma facilidad. Y eran reiterados los días en los que Jon se tenía que ir con algunas magulladuras, aunque no mostraba queja alguna por eso, y más bien parecía agradarle esa lacerante sesión. «Este chico tiene la cabeza tan dura como su cuerpo.» Pensó una vez Férreo al haberle propinado otra golpiza en la que Jon se retiró una vez más sin mostrar queja alguna. Una tarde, vio que Jon se dirigía a las saunas. Quiso abordarlo un poco, pero de inmediato sintió un extraño olor que parecía salir del joven Snow.

—¿Cómo estás? —preguntó Emmett tratando de disimular aquello—Espero no tomes a mal lo que ha pasado en el patio.

—Descuida, Emmett—Jon procuraba mostrarse calmado, aun sabiendo lo que su interlocutor sentía en su nariz—, prefiero practicar contigo que con los nuevos reclutas. Es la forma ideal de mejorar mi técnica de combate.

—¿Estas bien? —preguntó Emmett esperando entrever lo que ocurría—¿Ha pasado algo?

—Estoy bien, gracias—Jon sonrió tímidamente—. Acababa de visitar a la princesa salvaje, es una compañía más grata que la de ciertos individuos que hay por aquí.

«Ya veo, a veces es mejor que una princesa te tire meados a que te den de palos.» Pensó Emmett, quien se despidió de Jon.

En una ocasión practicaban nuevamente Jon y Férreo, este notó que Jon no parecía estar muy concentrado en lo que pasaba ante él. Aun así intentaba ver si con sus golpes lograba que Jon se enfocara más en lo que hacía. No logró aquello y terminó propinándole un fuerte golpe en la sien de Jon, quien bajaba su escudo sin percatarse de ello. El impacto hizo resonar un poco el yelmo de Jon, quien dio pasos erráticos ante el aturdimiento del impacto y luego de ver un poco a través del visor a Emmett, terminó abalanzándose sobre éste. El forcejeo causó que ambos terminaran en el suelo con Jon encima apretándole el cuello y la cara.

—¡Me rindo! —decía Emmett en medio de esa vulnerabilidad—¿No me escuchas?

Pero Jon no atendió aquello y seguía forcejeando sobre el hombre de Guardiaoriente. Tuvieron que intervenir dos reclutas para quitárselo de encima. «Ahora sé lo que debió sentir Qhuorin Mediamano con éste muchacho.» Se decía Emmett al ponerse de pie, tocándose el cuello. Una vez que Jon pareció reaccionar los reclutas le soltaron, se quitó el yelmo y observó a Emmett con mirada culposa.

—Lo siento, Emmett—dijo finalmente—, no sé qué me pasó ¿Te he herido?

—Que el Guerrero me proteja la próxima vez que nos encontremos. —Férreo sonaba con sarcasmo.

Al escuchar eso, Jon se mostró incomodo y quizás avergonzado de lo que había protagonizado y se retiró de allí. «Lo que sea que lo tenga enojado, espero que no le dure tanto.» Pensó Emmett, quien luego decidió iniciar otra práctica con uno de los reclutas.

Tras dicha faena, Emmett quiso buscar a Cotter Pyke, lo más probable era que lo encontrara en la Torre del Escudo jugando a los dados, o en el hoyo donde se reunían los hermanos negros. Pese a que Cotter les pedía estar atentos a cualquier información que pudieran obtener respecto a lo que pasaba, generalmente era éste quien solía darle alguna novedad interesante. Algo común, al estar la Guardia de la Noche sin poder elegir lord comandante y que estuvieran los hombres del rey y la reina merodeando e interfiriendo con cosas que no tenían que ver con ellos. Al llegar a la torre encontró a Cotter, pero extrañamente no estaba jugando a los dados. Estaba solo y se hallaba en actitud meditabunda, sentado en el borde de una mesa, a la vez que tamborileaba los dedos contra la madera. Apenas reparó en Emmett cuando notó su presencia.

La Princesa del Invierno: I El Saneamiento del MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora