31. Val

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—La próxima vez que regrese, tu Monstruo tendrá mi tamaño. —Decía Toregg al sostener al bebé.

Val oyó aquello a sus espaldas mientras observaba por el balcón. Abajo Wun Wun montaba guardia al tiempo que la gente pasaba a su alrededor. Quienes ya estaban habituados a la presencia del gigante no reparaban mucho en él. Al no tener más tarea que vigilar a la princesa salvaje, Wun Wun prefería estar más tiempo sentado, con periódicas visitas de Pieles, quien solía traerle vino, el cual era bebido con voracidad por el gigante, pues desde que lo probó no paraba de clamar por él cada vez que veía a Pieles. Éste a veces sacaba tiempo para saludar a Val, a quien no le terminaba de agradar dicho apelativo. De todos modos, ella sabía apreciar su presencia, pues Pieles era de los pocos hermanos de la guardia nocturna, aparte de Jon, con quien congeniaba en algo, dado que había sido miembro del pueblo libre antes de ser aceptado por lord Cuervo, tras pronunciar su juramento.

—¿Con que irás con Tormund y Jon afuera? —dijo finalmente ella sin dejar de ver el panorama que le ofrecía la Torre de Hardin en el Castillo Negro.

—Así es—respondió Toregg mientras calmaba los balbuceos del Monstruito—, una misión que nos encomienda lord Cuervo.

—Cualquiera pensaría que busca deshacerse de ustedes.

—Si hubiese querido hacer eso habría aprovechado el momento en que cruzábamos el Muro. —Dijo Toregg riendo—. Y sería ilógico que para eso él nos acompañara.

—¿A dónde irán? —Val volteo la cabeza para verlo momentáneamente.

—A Casa Austera.

—¿Por qué? —preguntó ella mirando nuevamente al exterior —¿Qué ha pasado?

—No estoy seguro, escuché que Jon recibió noticias muy perturbadoras de ese lugar.

Mientras Val lo escuchaba decir eso vio como la figura de Jon caminaba hacia una dirección específica y notó que éste se detuvo un momento para hablar con Pieles. «Quizás le está diciendo lo que pasa acá.» Pensó ella, pero luego vio que Jon reemprendió su camino hacia otra dirección. Se sintió un tanto decepcionada por eso, Val lo siguió con los ojos hasta desaparecer de su vista. Recordó la última discusión que tuvo con Jon, por causa de su Monstruo, pese a sus reclamos tan enérgicos no esperaba que lord Cuervo accediera tan pronto a su petición. Al poco tiempo de establecerse en la Torre de Hardin, llegó la nodriza con su pequeño Monstruo. Pieles le trajo, junto a Owen el Bestia, una cuna en la cual colocó al bebé, que estaba creciendo muy rápido y sus llantos eran, en efecto, bastante fuertes como le había dicho la reina Selyse. Pero eso no le importaba a Val, al estar segura de que su monstruito ya no correría el peligro en el que estaba cuando permanecía en la Torre del Rey, junto a la hija contaminada de la reina. No le extrañó que Jon no viniese a verla, entendía que en el fondo éste pudiese haber tomado a mal su reacción tras la incómoda charla con la reina. Al recordar cómo intercedió Jon por ella, más todo lo que venía haciendo por su pueblo, una extraña sensación la embargó. No le agradaba ver que en el fondo pudo ser algo injusta con él, y quizás por eso tenía alguna necesidad de verlo nuevamente. En todo caso, ello dependía de que Jon decidiera venir a la torre para cerciorarse de que ella y su Monstruo estuviesen bien, sino era así, nada podría hacer al respecto y exhaló un suspiro.

—¿Lord Cuervo sabe que estás aquí? —preguntó ella a su visitante.

—No lo vi cuando llegamos. —Decía él poniendo al monstruito en la cuna—. Supongo que ya se habrá enterado, por mi padre o algún otro.

Val aún permanecía observando por la ventana absorta en sus pensamientos. «Heme aquí, limitada como un simple trofeo, primero de Stannis y ahora de Jon.» Val seguía sintiéndose prisionera en ese lugar, cuando recordaba que Stannis la tuvo confinada en la Torre del Rey, y ahora lord Cuervo la resguardaba en la Torre de Hardin, aunque con justificadas razones. Hacía poco era una de las principales dirigentes del Pueblo Libre, junto a Mance Rayder, cuya esposa Dalla era la hermana de Val. Pero todo cambió, Dalla murió tras dar a luz a su sobrino y Mance había sido incinerado por la maldita bruja roja que trajo Stannis Baratheon, o al menos así lo creía. Luego sintió que unas manos la abrazaban y un rostro se posaba sobre su cuello besándola, Val sintió unos labios toscos en el lóbulo de su oreja. Las fuertes manos comenzaron a manosearla por todas partes.

La Princesa del Invierno: I El Saneamiento del MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora