37. Val

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Comenzaba a despuntar el día, extrañamente no estaba nevando, pese a que durante la noche una ventisca causaba estragos entre todos en el Castillo Negro. La situación aún se tornaba confusa, los hermanos renegados parecían haber desaparecido por arte de magia. El plan de acciones furtivas que ideo Jon dio resultado, quizás de una forma más eficiente de lo esperado. El Pueblo Libre estuvo al margen de todo, y solo se molestaron en actuar si alguno de sus miembros se veía afectados. Ello solo ocurrió un par de veces con hombres de la reina, empeñados en vengar la muerte de ser Patrek. Pero fue poco lo que hicieron ante el respaldo de los hermanos negros, haciendo valer la condición de huéspedes al pueblo libre. Luego de hacer que atendieran a Wun Wun, Jon decidió enviarlo al cementerio del castillo, donde le acompañarían Borroq y su enorme jabalí. Era conveniente que el gigante permaneciera allí, un lugar que nadie solía frecuentar, para que así no lo molestaran mientras se recuperaba de su herida. Tras sofocar el levantamiento Jon dispuso que una tropa vigilase la Torre del Rey sin que los caballeros tuvieran injerencia al respecto. De modo que la reina, y su séquito quedaban confinados de forma indefinida, hasta que el lord comandante decidiera sobre ellos. Para Val eso fue un alivio, pues todavía recordaba a la hija contaminada de esa reina bigotuda, y le parecía increíble ver cómo los demás no parecían entender la gravedad de ese problema.

Bowen Marsh pasó la noche en las heladas celdas, donde también se hallaba Cregan Karstark y dos de sus secuaces. La princesa salvaje vio con satisfacción cuando el Viejo Granada era llevado a su encierro. Jon le contó que cuando vio que los dos cadáveres encerrados no habían reaccionado, decidió meterlos con dos secuaces de Bowen, en cada una de sus celdas.

-Quizás algo de compañía los anime a levantarse. -Había escuchado de lord Cuervo.

En todo caso, iba a ser la única noche en que iban a estar allí. Wick Whittlestick llevaba un gran vendaje que le cubría casi toda la cabeza, a raíz del golpe que le dio Val, la sutura que le hizo Clydas fue considerable. En cambio, la herida que le causó Fantasma fue más delicada y los vendajes le llegaban arriba del codo. Wick no dejaba de reprochar lo innecesario de aquello, dado que según decía, lo iban a decapitar mañana. «Con gusto te haría el honor ahora.» Pensó Val, estando de acuerdo con el condenado.

Val se había levantado muy temprano, al ver que el patio principal aun no estaba muy concurrido decidió deambular por el castillo y charló un poco con algunos miembros del pueblo libre como Halleck, Toregg o Howd al que llamaban El Trotamundos. Una vez que vieron salir a Jon Snow ataviado con sus atuendos correspondientes, llevando consigo su inseparable espada, entendieron que el acto ejecutorio iba a comenzar. Acompañaban a Jon, Edd junto a una docena de hermanos negros. Primero se dirigieron a las celdas. Poco tiempo después regresaban con los cuatro reos que iban a ser ejecutados.

-Una lástima que no se levantaran los cadáveres. -Pensó Val en voz alta.

-¿A qué te refieres? -Preguntó Toregg.

-Lord Cuervo quiso ver si se podían convertir en espectros.

-Yo me siento más espectro aquí que cuando estaba en Villa Topo-reprochó Halleck.

-¿Qué no te morías de hambre allá? -Cuestionó Howd.

-A la larga no parece haber tanta diferencia-Halleck cruzó los brazos en señal de resignación-. Allá nos moríamos de hambre acá nos podemos morir de muchas cosas, hasta que lleguen los Otros.

-¿Como la bruja roja? -Le preguntó Val.

-Por ella y tantas otras. -Halleck hizo una mueca-No me quiero imaginar si regresa ese puto rey.

-Te entiendo, esa bruja lo manipula mucho.

-Esperemos que después de esto no pase lo mismo con lord Cuervo. -Dijo Toregg.

La Princesa del Invierno: I El Saneamiento del MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora