18. Jon

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Habían transcurrido varios días desde que Stannis Baratheon hubiese partido del Muro hacia Bosquespeso. El rey atendió las sugerencias de Jon, y no marchó a Fuerte Terror, decidió ir primero a buscar a los Clanes de las Montañas del Norte, para que estos lo apoyasen en su lucha. Tal como se lo había recomendado Jon la última vez que conversaron asolas, o más bien acompañados de la sacerdotisa roja. Una vez que el rey se marchara Jon ahora podría hacer algunas cosas que tenían en mente, y una de ellas era hacer el viaje a Villa Topo, del cual se hallaba regresando al Muro, la otra cosa tenía que ver con Val, pero ello a su debido tiempo. Era una marcha que para Jon significaba un logro y una distensión relativamente considerable, con respecto a los salvajes, que se habían establecido en los diferentes lugares próximos al Muro. No fue fácil convencer a sus hermanos negros de realizar esa estrategia de ir a Villa Topo, sobre todo a Bowen Marsh, quien últimamente recelada de la apertura que venía dando el joven lord comandante para ir engrosando las filas de la Guardia de la Noche. Pero bien lo valía si para lograr el interés de ellos les ofrecía migajas de lo que aun tenían de comer en el Muro. No era la primera vez que iban a Villa Topo, sin embargo en esta ocasión la situación se había tornado insostenible ante la falta de comida para tantas personas que había en ese poblado. Sin embargo, Jon supo convencerlos a base de elocuencia y exhortación para que se vinieran al Muro a ayudar en su defensa y así tener lo necesario para no pasar hambre. «Por el momento.» Se decía Jon Snow al recordar que de un día a otro sus reservas se acabarían. Bowen Marsh se lo recordaba, dado que ahora regresaban al Castillo Negro con más de sesenta bocas que alimentar, entre los que iban caudillos destacados como Sigorn, el Magnar de Thenn y Halleck, el hermano de Harma Cabeza de Perro, más decenas de personas de toda clase, sexo y edades, de los que muchos harían su juramento, y otros simplemente se limitarían en pelear a cambio de refugio y comida.

Y no era para menos, pues Jon aun recordaba esa visión nada halagüeña de ver a los salvajes enfermos, famélicos y demacrados que recibían sus pobres porciones de alimento, causando alboroto y disputas por las mismas. «No solo los iba a convencer con comida.» Pensaba Jon tras voltearse a ver los carromatos que hacía unos días llevaban provisiones, y ahora traían a esa cantidad de personas del pueblo libre al Muro. Aun había heridas que quedaban de la última batalla, y pocos salvajes se mostraban solícitos con la petición, pese a que se les permitió ingresar al sur. Jon les hizo énfasis que lo primordial era hacer frente al enemigo común de todos, los Otros, quienes con sus espectros solo pensaban en acabar con los vivos, fuesen salvajes, arrodillados, hermanos negros, creyentes de los dioses antiguos, de los Siete, del dios rojo, o cualquier otro. No había alternativa para todos ante esa amenaza, y resultaba irónico que incluso entre los que estaban más próximos a sufrir ese primer avance de muerte, hubiera divisiones irreconciliables. «¿Cómo se pueden trastocar diferencias de hace milenios?» Se preguntaba Jon manteniendo la marcha junto a Edd el Penas, quien con otros hermanos procuró distribuir bien las raciones y luego la carga de salvajes que los acompañaba. También venían otros hermanos como Hal el Peludo y Rory, el soplador de cuerno que más de una vez tuvo que usarlo para apaciguar a los menesterosos salvajes, no contentos con las porciones que recibían y que además por poco inician a una revuelta, que por fortuna no llegó a esas instancias.

Comenzaban a asomarse las cúspides que formaban parte del enorme Muro, pronto llegarían para asignar más tareas y organizar a los nuevos reclutas que prestarían su servicio en la Guardia de la Noche. Bowen Marsh no perdió la ocasión para cuestionar una vez más lo que venía disponiendo Jon.

—Mi lord, no sé hasta qué punto sea conveniente el que hayáis traído a estos salvajes aquí. —Dijo el Viejo Granada, tratando de sonar muy alarmante.

—Han venido a ser parte de nuestra fuerza, se entrenarán para la lucha y ayudarán en las diversas tareas que se requieren en el Muro. A otros los ubicaremos en los diversos castillos para que vigilen mejor el Muro.

La Princesa del Invierno: I El Saneamiento del MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora