12. Samwell

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Gilly había salido temprano, para amamantar a los bebes, le llamó la atención a Sam ver cómo el maestre Aemon le entregaba a Clydas un papel para que se lo entregara a Jon. Quizás se tratara de algún mensaje de Guardiaoriente o de la Torre Sombría, no se había molestado en preguntárselo al maestre. Ya había pasado un buen tiempo y Gilly no había regresado «Quizás no se atreve a dejarlos tanto tiempo solos con esa mujer rondando por ahí.» Pensó Sam, al saber los rumores de que Melisandre, además de tener aficiones de inmolar personas también sentía un cierto interés por la sangre de la realeza para sus sombrías artes mágicas. Jon le había explicado que el hijo de Mance no era precisamente un príncipe, pero las insistencias de Stannis al respecto hacían que ello le interesara a la mujer roja. Sam vio que Clydas asistía al maestre en diversas tareas, por lo que decidió seguir indagando en algo que le pidió Jon, y era averiguar más sobre los Otros. Ello no le resultaba fácil, ya que ni siquiera en los volúmenes más antiguos llegó a encontrar alguna información, solo eran mencionados en alguno que otro pasaje sin tanto detalle. Además, muchos de los volúmenes se deshacían en sus manos al intentar repasarlos. Pese a que le había tocado enfrentarse y matar a uno, podía entender por qué en estos tiempos los Otros ya eran considerados simples leyendas.

Al hallarse en esas reflexiones notó que Seda llegaba al aposento, tras saludar al maestre y su mayordomo se dirigió a Sam.

—El lord comandante desea verte, Mortífero.

—Ya les he dicho que no me llamen así. —Dijo Sam procurando no sonar tan descortés.

—Como sea, él te espera. —Tras decir eso Seda se despidió, hizo una breve reverencia al maestre y se retiró.

—Imagino que eso tendrá que ver con aquel papel ¿verdad? —le dijo Sam al maestre Aemon.

—Hay decisiones que son mejor consultarlas, hasta con quien menos uno espera para saber qué hacer. —Dijo el maestre de forma indulgente sin voltear su enceguecida mirada a Samwell.

Tras oír eso Sam se despidió e hizo su reverencia para dirigirse hacia donde estaba Jon. En el recorrido pudo ver que a esa hora el castillo estaba más concurrido que de costumbre, pues había más gente de la que estaba acostumbrado a ver. A parte de los hermanos de la guardia, ahora en el Castillo Negro, también había hombres del rey, de la reina, e incluso salvajes. La mayoría de los guardias nocturnos que estaban antes que él aún permanecían allí, por lo que fue inevitable escuchar saludos o bromas de muchos que mencionaban la palabra "Mortífero" pero Sam ahora no tenía tiempo de contravenir eso, debía conversar algo importante con su amigo.

Al llegar a la entrada vio que Gilly salía de forma precipitada con señales de haber estado llorando. No tuvo tiempo de preguntarle al alejarse ella rápido de allí, por lo que continuó y entró al recinto que estaba junto a la armería. Dado que Stannis ocupaba la Torre del Rey, Jon prefirió quedarse junto a dicha armería, donde hace poco trabajara el metal Donal Noye, el herrero valeroso que murió defendiendo el Muro contra los salvajes. Allí encontró a Jon que aún tenía en sus manos el papel, a un costado Fantasma mordía el hueso de una pierna. Una vez que notó a Sam lo invitó a sentarse. Entonces Jon le explicó que tal papel era un escudo que debía enviar a King's Landing, para salvaguardar a la Guardia de la Noche de su responsabilidad en las acciones de Stannis Baratheon, para que así el Trono de Hierro no los considerara traidores por haber colaborado con Stannis.

—Ellos saben bien que la Guardia de la Noche no toma partido en las luchas del sur. — Dijo Sam algo confuso e inseguro. «Si es que han estado al tanto de nosotros.» Pensó éste.

—Pero pueden interpretar la simple presencia de Stannis aquí como una traición.

—No todas las casas del Norte estarán dispuestas a apoyarlo.

La Princesa del Invierno: I El Saneamiento del MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora