Prólogo

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Dalla se hallaba en la tienda, acompañada de su círculo más íntimo, o sea su esposo Mance Rayder y Val, su hermana. Afuera se hallaban haciendo guardia Varamyr Seispieles y Harma Cabeza de Perro, dos de los caudillos salvajes de mayor confianza para Mance. Eran circunstancias excepcionales en las que se hallaba en ese lugar. Una de ellas, era que las huestes de su esposo estaban ante el Muro con la intención de tomarlo, a costa de la Guardia de la Noche. La otra, que era la más prioritaria para ella, estaba por dar a luz a su primer hijo, Mance no iba a quedarse de brazos cruzados ante eso si podía ofrecerle un mejor futuro a su primogénito, y para eso debía quebrar la resistencia que ofrecían los antiguos hermanos negros de su esposo, que estaban bajo el mando del bastardo Jon Snow, quien había contenido a las hordas del pueblo libre, gracias a la enorme ventaja defensiva que ofrecía el Muro. Dalla había conocido a Snow, hacía ya un tiempo, cuando este se atrevió a unirse a los salvajes, conviviendo con ellos, aprendiendo de ellos y hasta involucrándose de una forma más íntima con ellos, al tener una relación esporádica con Ygritte una de las amigas más próximas de su hermana. Pero ahora Jon hacia valer sus dotes de mando al resistir el ataque de había iniciado Mance días antes. Era una circunstancia riesgosa el que su esposo la llevara a un lugar tan expuesto en medio del combate. «Será que está muy confiado en ganar esta batalla.» Se decía Dalla ante eso, y sintiendo que las molestias del parto ya comenzaban a embargarla.

De momento, las circunstancias no parecían apoyar la idea de su esposo de obtener una victoria rápida. Durante varios días Mance había intentado distintas maneras de tomar el Muro, enviando escaladores, de los cuales varios se precipitaron para morir al caer, como pasó con Jarl, el compañero de su hermana Val. Enviar escuadrones que atacaran por la retaguardia al Castillo Negro, pero que sucumbieron cuando las escaleras del castillo les cayeran encima, haciendo fracasar tal ataque, y en donde murió Ygritte. Después comenzó su batalla abierta, en la que Mance había enviado a sus guerreros y los gigantes sobre sus mamuts que fueron detenidos. Allí Dalla supo que Mag el Poderoso, el líder de los gigantes había muerto a manos de un guardia nocturno manco, pero que igual había muerto en la puerta del Muro, tras repeler el ataque. En otro día más de combate, Mance envió un parapeto redondo acorazado con dos torres de asedio, que al llegar al pie de la gran barrera, no pudo resistir la caída de cubos de agua helada y el derrame de brea ardiendo causando que el armazón se deshiciera. Nuevamente los habían detenido en su intento por tomar el Muro. Tras eso el ataque se estancó para ambos bandos, no había indicios de que los salvajes se fueran pronto, tampoco que los guardias nocturnos cedieran a los embates del enemigo. Por lo que Mance dispuso enviarles un mensaje, solicitando negociar con ellos. Era poco probable que los guardias negros accedieran a su petición, por lo que Dalla supuso que pronto se daría la última alternativa que su esposo tenía para eso.

Ese día Dalla ahora sentía más que nunca las dificultades del parto. Habían transcurrido muchas horas desde último ataque y una calma inexplicable reinaba en el ambiente, no había señales de Jon Snow, y Mance no se había animado en iniciar otra acometida. Por lo que sus hombres estaban en alerta hasta nueva orden.

—Hay que buscar una partera, Mance—decía Val teniendo en su regazo a su hermana.

—No hay tiempo para eso—respondió este dando vueltas a lo largo de la tienda—debes encargarte de eso.

—¡Sabes lo riesgoso que eso puede ser! —le gritó Val—No pienso poner en juego la vida de mi hermana de esa forma.

—Nuestro próximo embate será el contundente, no habrá mejor ocasión de tomar el Muro.

—¡A la mierda el Muro! —Val se puso bruscamente de pie—No me quedaré de brazos cruzados ante esto.

—¿Y dónde encontraras una partera aquí? —cuestionó Mance—Ni tu ni yo podemos evitar esto, debes hacerlo por ella.

La Princesa del Invierno: I El Saneamiento del MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora