11. Melisandre

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—¡Chiquilla insolente! —Stannis Baratheon estaba iracundo al tiempo que arrojaba la carta que le acaban de traer, para luego ponerse a caminar de un lado a otro.

Melisandre le acompañaba, para ella no era ninguna novedad las descargas de furia que solía tener su rey. Pero en esta ocasión debió ser algo que lo fastidió sobremanera. Al tiempo que el rey caminaba y vociferaba, entrechocando los dientes, la sacerdotisa roja tomó el papel que acaba de leer y apreció las breves líneas escritas.

La Isla del Oso no conoce más rey que el Rey en el Norte, y su nombre es Stark.

Lady Lyanna Mormont, castellana de la Isla del Oso.

«Quizás deba intentar verla en mis llamas.» Pensaba Melisandre tratando de imaginar qué tipo de muchacha se había atrevido a dar una respuesta como esa a su enérgico rey. No era el primer rechazo que afrontaba Stannis. Una vez que eligieron lord comandante a Jon Snow, el rey de inmediato le mostró el acuerdo, que contemplaba la entrega del Agasajo y los castillos, también ser nombrado señor de Winterfell y aceptar la mano de Val, mediando en eso que Jon le jurara lealtad a Stannis. Pero Jon rechazó y se negó a firmar tal acuerdo, causando la furiosa reacción del rey.

 Muy temprano, la mujer roja había mirado en sus fuegos, pero los resultados no eran fructíferos, solo vio nieve y oscuridad respecto a su señor. Aunque con Jon Snow la cosa variaba, unas veces lo veía simplemente, otras veces veía a su lobo blanco, llamado Fantasma y pocas veces a los dos juntos. Y a veces en lugar de ver a uno u otro, veía llamas, llamas que parecían entremezclarse con el frío hielo que caía en medio de una oscuridad blanca. «Ese muchacho parece tener una predestinación importante.» Se decía la sacerdotisa, uno de varios servidores que tenía el dios rojo al que adoraba, y que ahora brindaba sus servicios a Stannis Baratheon, desde que éste se instalara en Roca Dragón tras huir de King's Landing luego que muriese Jon Arryn. Melisandre provenía de Asshai de la Sombra, pero desde muy pequeña pasó al servicio de R'hllor, su dios rojo, estudiando y preparándose en Volantis, el lugar donde tenía su principal sede el culto ese nuevo dios, del que Stannis, su familia y sus hombres ahora eran seguidores. Pese al fracaso del rey en su intento por tomar la capital en el Aguasnegras, Melisandre le siguió apoyando, al considerar a Stannis como Azor Ahai renacido, aquel héroe legendario que lograra vencer las sombras de la Larga Noche, y darle un nuevo amanecer a la humanidad hace miles de años.

Pero las palabras del rey la sacaron de sus reflexiones.

—Trae al lord comandante. —Le dijo Stannis a Devan Seaworth, su escudero, quien se hallaba al lado suyo. Y este de inmediato procedió a retirarse, haciendo reverencia al rey y la sacerdotisa.

—¿Es acaso tan difícil que ese bastardo acceda a mis propuestas? —se preguntaba el rey volviéndose a sentar­—muchas cosas se encaminarían mejor si no fuese tan testarudo. ¿Hay acaso alguien más que rechazaría un nombre, un castillo y una princesa como esposa? Cualquier otro firmaba ese acuerdo con los ojos cerrados.

—Es alguien de fuertes convicciones—dijo Melisandre—, su juramento tiene un valor sólido para él.

—Valor y honor—Stannis mostró una mueca de menosprecio—, cosas que no le sirvieron de nada a su padre y hermano.

—Debéis darle la oportunidad de que conozca los prodigios del Señor de Luz. —Dijo la sacerdotisa ubicándose delante del rey—. Eso podría facilitar muchas cosas.

—Los norteños como él no parecen dejarse seducir tan fácilmente con cosas como esa.

—Vos no seguís los dictámenes de nada ni nadie, y sin embargo me tienes aquí. «Me da la impresión de que con lord Snow será igual.»

La Princesa del Invierno: I El Saneamiento del MuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora