Maratón Namor (5/5)

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Continuación del shot anterior.

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Para cuando Namor finalmente consiguió el apoyo de Shuri, ____ ya había abandonado la ciudad. El ambiente de una próxima guerra la agobiaba, y el hecho de que nadie de sus compañeros se oponía, la hacían sentir más solitaria que nunca. Así que se fue.

Si nadie de Talocan la ayudaba, buscaría apoyo en otro lado.

~•~

____ revisaba las costas de aquel lugar, se había alejado demasiado de las aguas de Talocan y quería asegurarse que nadie la había seguido.

—Estas muy lejos de casa.—

Casi le da un infarto a la mujer, quien se sorprendió al ver a aquel joven salir de la arboleda.

—¿Quién eres y cómo sabes eso?—

—Sé mucho de este mundo.—le sonrió—. Y me sorprende ver que te hayas alejado tanto.—

—... Tú no eres humano ¿Verdad?—el chico le extendió la mano.

—Soy Druig, un placer.—

—____.—alzó ambas manos frente a ella en señal de saludo.

—Interesante... Entonces dígame, señorita... ¿Qué la hizo salir al mundo?—

~•~

Namor llevaba días buscando a aquella mujer, quien había desaparecido sin dejar rastro. Logró rastrearla gracias a algunos animales marinos, ubicándola en un rincón algo alejado del mundo.
Se dirigió allí de inmediato.
Caminaba a paso cauteloso por el bosque, hasta que la vio. La mujer se encontraba en un pequeño lago, flotando en el agua.

—¿Dejaste la inmensidad del mar para chapotear en agua estancada?—llamó su atención.

—Es de manantial, en realidad.—

Aquella tercera voz pertenecía a Druig, quien se acercó bajo la desconfiada mirada de Namor.

—¿Quién eres?—el eterno sonrió.

—Pregúntale a ____... Ella lo sabe muy bien.—

La mujer finalmente salió del agua, acercándose a Druig y parándose a su lado.

—No debiste haberme seguido, Namor... No voy a volver hasta que dejes de lado todo el tema de la guerra.—

El rey aún mantenía la mirada en el extraño, quien parecía estar disfrutando la tensa situación.

—¿Y él qué tiene que ver contigo?—

—Solo un amigo.—sonrió Druig—. Si no quiere volver a tu hogar... Podrá quedarse en el mío.—

Namor estaba pensando increpar al muchacho, cuando ____ se interpuso.

—A diferencia de Riri, Druig no necesita protección... Pero tampoco dejaré que le pongas la mano encima.—

La situación ya era lo suficiente tensa como para agregar otro ingrediente a la mezcla... Pero entonces Okoye apareció.

—El americano acordó vernos en la noche.—miró desconfiada a Namor—. ¿Y él qué hace aquí?—

—Le conviene que nada raro...—

El rey del mar comenzaba a verse algo superado.

—Wakanda aceptó la alianza, vine por ti antes de que todo explote... No estás a salvo aquí.—

—Ya te dije que no volveré... El mundo no tiene la culpa del error de unos cuantos... No dejaré que mates a inocentes.—

—No pienso volver sin ti, general...—

—Ya no soy tu general...—

La situación se sentía más que tensa, Namor creía que no tendría problemas en derrotarlos a todos, incluso pensó en llevarla por la fuerza. Tenía miedo de que la próxima guerra terminara generando una desgracia.
Pero sabía que eso solo empeoraría la ya tensa relación que tenía con la mujer.

—¿De verdad haremos esto?—la miró con cierta desesperación.

—Tú eres el que está haciendo esto... Si la guerra ocurre, es culpa tuya. Yo solo elegí un bando.—

—El opuesto a tu gente.—

—... El correcto.—

Nadie dijo nada más, hasta que Druig finalmente apoyó la mano en el hombro de la mujer. Namor odió eso.

—Tenemos que prepararnos para unirnos a los americanos, mis amigos también asistirán.—

—Claro... ¿Les molestaría dejarnos un minuto a solas?—

Druig asintió antes de alejarse junto a Okoye, dejando a los talocanos a solas.

—Mamá definitivamente odiaría vernos así.—

—Te pellizcaría las orejas por ser tan terco.—Namor sonrió con cierta nostalgia.

—Cuando lo hacía... Tú venías a salvarme. Ella te quería mucho, solo tú podías hacer que se le pase el enojo.—

—Tengo ese encanto, si... Pero al parecer no sirve para hacer que te retractes.—

El hombre le extendió la mano, y al abrirla estaba la dichosa pulsera.

—Tenías razón, no debía darla a cualquiera... Es tuya.—a la mujer no le hizo mucha gracia.

—No puedo aceptarla, no cuando fui la segunda opción... Y solo porque te lo reclamé antes.—se cruzó de brazos—. No quiero sobras... Incluso si se trata de algo de Fen.—

—Entonces qué quieres.—

—Quiero que detengas una puta guerra mundial, tonto... No quiero tus disculpas, no quiero una pulsera, no quiero que correspondas lo que siento... Quiero que evites la muerte de mi gente... Osino yo lo haré.—

—... ¿Cómo detendrás algo inevitable?—

—Druig es más especial de lo que crees... Tengo a algunos wakandianos, a los americanos... Y si no te alcanza, a seres celestiales.—

—¿Qué?—

____ dió unos pasos hacia el hombre, tomando su rostro entre sus manos.

—En cuanto pises la tierra con intenciones de atacar al mundo, no solo perderás, sino que expondrás nuestro reino.—lo miró fijamente—. No quiero esto, pero sabes que no voy a retroceder y mucho menos perder.—

Namor cerró los ojos, disfrutando de aquella caricia, a pesar de que su intención no era complacerlo.

—¿No volverás conmigo?—

—No.—

—¿Me enfrentarás?—

—Solo a ti, si.—

—Nunca me has ganado en un 1 contra 1.—

—Dije que te golpearía solo a ti, pero no que lo haría sola.—

—¿El niño te ayudará?—

—Es mayor que nosotros dos juntos.—Namor frunció el ceño.

—Imposible.—

—Pregúntale.—

El rey presionó las manos que acunaban su rostro, manteniéndolas allí.

—... No quiero que te quedes.—

—¿Extrañaste mis regaños?—

—Te extrañé a ti.—

____ finalmente apartó las manos, confundiendo a Namor.

—No vengas con tu cara linda a querer evitar que te la golpee... Vete, Namor... Y espero que evites todo el drama que se aproxima.—

La mujer desapareció entre los árboles. Dejando al rey solo.

¿Retrocederia solo para volver a tener a la guerrera a su lado?

Muy en el fondo sabía que si.

~One Shots e Imaginas de Marvel Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora