°Especial 50k (3/5)

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Stephen: *después de un largo día, Stephen se sentó a almorzar junto a su amada*

¿Día difícil?

—Agotador, a decir verdad.—

El hechicero se sentó en un rincón del gran patio del templo.

¿y cómo te va con los nuevos aprendices?

—No es nada fácil...—

No eres simpático con ellos y los retas por tonterías, por supuesto que no será fácil. Además no tienes paciencia... Menos mal que no tuvimos hijos

El hombre rió a gusto mientras acomodaba la comida frente a él.

—¿y tú? ¿cómo está todo por aquellos lados?—le dio una mordida a su sándwich.

Bien, es muy tranquilo por aquí. No te preocupes por mi, cuéntame de ti.

—Bueno... Anoche me he reunido con los Vengadores, ya sabes, con los que quedaron.

Si, me enteré lo de Tony. Llegó hace unos dias aquí, él y Romanoff... ¿cómo quedó la cosa ahora? ¿los Vengadores seguirán existiendo?

—Eso estamos arreglando, formaremos un nuevo equipo.—

Stephen tomó un poco de agua, manteniendo el vaso entre sus manos, observándolo fijamente.

Algo te sucede ¿quieres decirme qué es?

Una sonrisa triste escapó en forma de suspiro de los labios del hombre.

—He estado pensando mucho en ti últimamente, bueno... Más de lo normal.—

¿a si? Espero que sean cosas buenas y aptas para todo público.

—... Casi siempre lo son.—Stephen rió—. No me juzgues, te extraño en mi cama a veces.—

Pervertido... ¿y en qué piensas? Omitiendo lo de las cochinadas.

Stephen liberó una mano del vaso, posándola lentamente sobre la mano de la mujer. Solo logró atravesarla como al aire.

—Que tal vez debí abrazarte más fuerte la última vez que te tuve cerca...—

La figura traslucida sonrió levemente, volteando a observar el paisaje.

No te preocupes por eso, ya llegará el momento en que estaremos juntos de nuevo... El sol se está ocultando, cariño. Debo irme.

Stephen asintió vagamente.

—¿nos vemos mañana?—

La mujer se levantó del banco, para luego intentar acariciar la mejilla del hombre.

Como todos los días... Te amo, Stephen.

—Y yo te amo a ti, cariño.—

Lentamente la mujer fue desvaneciéndose hasta desaparecer por completo.

Desde que la esposa de Stephen había perdido la vida años atrás, el hombre podía verla unos minutos al día antes de que el sol se ocultara en el horizonte, con los últimos rayos de luz. No sabía muy bien el porqué del milagro y tampoco le importaba tanto.

Esa noche Stephen durmió en paz, pues por más loco que suene, cuando su esposa acarició su mejilla, él percibió su calidez.

Esa noche Stephen durmió en paz, pues por más loco que suene, cuando su esposa acarició su mejilla, él percibió su calidez

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~One Shots e Imaginas de Marvel Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora