Carta (II)

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14 años

—¿Entonces, dices que nos moriremos absorbidos por un... agujero negro? —murmuré anoche totalmente asustado.

—En mil millones de años luz, probablemente —comentó despreocupado Klaus, lo que me hizo elevar las cejas totalmente sorprendido.

Hola, yo del futuro. 

No sé si lo recordarás, pero padre y madre nunca han entendido por qué le aficiona tanto el mundo de las estrellas, los planetas, y esas cosas. Siguen diciendo que es una pérdida de tiempo, y junto a su médico especial, este es otro de los temas con los que discuten con frecuencia.

Yo le entiendo. Bueno, no sé el significado de la mayoría de las cosas de las que me habla; pero sí que es entretenido. O, al menos, Klaus me habla de ello de una forma en la que me interesa el tema el doble.

Ha ahorrado durante dos años enteros para comprarse un telescopio, que lo tenemos junto a la ventana de nuestra habitación. También suele visitar la biblioteca pública a menudo y se lee unos cinco libros de astronomía a la semana. Es una pasada.

He intentado muchas veces leerlos, entenderlos, pero creo que es imposible. Ni aunque quisiera, podría tener la inteligencia de Klaus para poder entender este mundo de los astros y esas cosas.

—¿Y cómo se llama? —pregunté, aún preocupado con que un agujero negro pueda absorbernos a nosotros o a parte del universo.

—La galaxia en la que está es NGC 4849. Es una galaxia que se encuentra a tres millones de años luz de nosotros, y es 21 mil millones más grande que nuestro sol. ¿No te parece impresionante?

Boquiabierto, asentí como un tonto.

No es que Klaus me hiciese sentir tonto. Al contrario; me fascinaba aprender tanto con él y ser consciente de la cantidad de cosas que sabía con casi dieciocho años.

Cuando cerró el libro entre sus piernas y lo dejó en la mesilla de noche, tragué nervioso a medida que se iba acercando a la ventana.

—¿Te vas otra vez? —murmuré.

Él asintió, con media sonrisa en la cara.

—¡Padre va a matarte! —ahogué un grito mientras que el corazón me daba un respingo — Si se entera que te has escapado otra vez, él...

Se acercó a mí poniéndome una mano en el hombro, sonriente.

—Sé que aún eres pequeño y que no lo entiendes —empezó a decir mi hermano.

—¡No soy pequeño! ¡Tengo ya catorce! —lo interrumpí, indignado.

—Es verdad, no eres tan pequeño. Estás creciendo, y a medida que se crece, también se descubren muchas cosas. Y cuando te toque y conozcas a alguien que te ponga el mundo patas arriba, harás tonterías como las que hago yo por las noches.

Fruncí el ceño. Aunque Klaus estuviese feliz conociendo a esa chica de su clase de la que no para de hablar y a su vez me haga feliz a mí por verlo así, no puedo evitar preocuparme por él.

Padre no se tomaría nada bien que Klaus saliese tan tarde de nuevo, y menos sabiendo que lo tenemos totalmente prohibido.

No quería que pelearan otra vez. Llevamos una semana entera sin que padre y él tengan problemas. A veces me siento mal por agradecer que pase tanto tiempo en el bar de la esquina emborrachándose hasta las tantas de la mañana, pero en el fondo lo hago.

SIZIGIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora