Carta (IV)

1.9K 156 60
                                    

25 años

Hola, yo del pasado.

Me prometí que no volvería a hacer esto, porque, básicamente, es una estupidez.

Pero siento que te lo debo. Sé que se lo debo al niño que tuvo que pasar por un auténtico infierno. Al niño que perdió a su mejor amigo, hermano y "padre" al mismo tiempo. A Klaus. A los dos.

La he conocido. La chica de la que me habló Klaus una vez. La mujer que juró que me volvería tan loco que me haría capaz de hacer cualquier cosa por ella.

Y tenía razón. Lo haría.

Pero la he jodido. La he cagado hasta el fondo.

No sabría muy bien qué contaros sobre ella. Es muy distinta a mí. Sí, creo que es un buen resumen.

Tiene los ojos verdes. Pero no de un verde cualquiera. Verde selva, verde atrapante. A veces, creo que veo las estrellas en ellos. Y, aunque me encanta escucharla, a veces es muy difícil prestarle atención sin quedarme embobado mirándolos. Tiene una sonrisa perfecta, capaz de hacerte sentir, mínimo, un uno por ciento más feliz que antes. Tiene algunas pecas en la nariz. Sus labios son rosados y bonitos, como cualquier cosa en ella. Eso sí, es ridículamente pequeña. Y creo que me encanta.

Aunque no lo sepa, durante estas noches que hemos pasado juntos, antes de dormir, veo que escribe durante media hora en la misma libreta cuando piensa que estoy dormido. Algún día será una gran escritora.

Tiene un corazón tan grande que a veces me abruma su capacidad de amar. Su generosidad y cariño que le tiene a todo el mundo. Incluso a la gente que no se merece una segunda oportunidad.

Tiene un par de manías; se muerde el interior de las mejillas siempre que está nerviosa. Nunca dice palabrotas, pero cuando se cabrea, hasta se las inventa.

Le encanta acariciarme la espalda. Le encanta Luke, y, por alguna extraña razón, le encanta descubrir cosas sobre mi pasado. Cosas sobre el mayor trauma de mi vida.

Le gusta bailar mientras cocina, aunque no sea una chef digamos... excepcional. También sé que, por alguna otra extraña razón, se vuelve toda una pervertida cuando le baja la regla, y es imposible no sonreír cuando empieza a soltar cualquier comentario subido de tono, aunque me ponga nervioso.

Le encantan los cactus. Le encanta la luna y le apasiona mi trabajo casi tanto como a mí, aunque no lo entienda.

Espero que vosotros al menos lo entendáis, porque yo no termino de hacerlo. No puedo creer que una chica como ella se fije en mí. Que me quiera. ¿Qué tipo de sentido tiene? Nadie suele comprar el vaso roto. Compras el bonito, el brillante. El que no tiene ninguna rayada o estropicio.

Desde que la vi por primera vez tomando café con hielos un frío doce de diciembre, supe que ella sería la única que repararía en un vaso roto. En algo imposible de arreglar.

Escribo esto ahora, en el coche, dos horas después de enterarme de que mamá ha muerto. Y no sé exactamente qué es lo que me hace sentir un puto agujero en el pecho, uno... real. Uno bajo la piel que me está absorbiendo por completo.

La amo. Independientemente de lo que ha pasado, de que haya desconfiado de mí. La amo y sé que no podré dejar de hacerlo nunca. Sé que la amaría en esta galaxia y en cualquier otra. Sé que solo querría formar una familia con ella. Incluso le he puesto su nombre a la galaxia que descubrí. Liam me dijo que estaba loco, y yo tampoco acababa de creérmelo, pero sé que tú, Klaus, habrías hecho lo mismo por Sarah.

Ella me encontró roto, y creo que no se ha dado cuenta todavía de que, desde que la conocí, desde que me abrazó accidentalmente en el baño después de no haber mantenido contacto físico durante años, empezó a reconstruirme.

Lenta y costosamente, pero lo hizo.

Y ahora siento que la pierdo.

No se me da bien hacer esto. Ella lo haría mucho mejor. Pero, por favor, no me dejéis perderla. No me dejéis perder las fuerzas para luchar por lo único que quiero.

Klaus, te echo de menos tanto como el primer día.

Y... yo, lo siento mucho. No te mereciste nada de lo que ocurrió.

Pero al menos la conocí. Y sé que sin ti, no hubiese ocurrido.

Ahora sí, juro que no volveré a escribir aquí nunca más.

-Maxon

SIZIGIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora