Ni siquiera sé qué película acabamos viendo. Y eso... eso jamás me había pasado. Me sé todos los títulos y el orden de las ocho películas, además de la reunión que grabaron y de las películas de Animales fantásticos. Creo que vimos unas tres películas.
Qué diablos. Ni siquiera sabía en qué día vivíamos.
Estaba acurrucada en su pecho, como cuando empezamos la película. La diferencia es que, a medida que la película transcurría, inconscientemente acabé acariciándole el torso.
Noté sus músculos contrayéndose y ahogué una risita. El chico estaba muy bien dotado de musculatura, la verdad.
Maxon, que me rodeaba el hombro, descendió poco a poco su mano, hasta llegar a mi cadera. También la acariciaba.
En mi vida me había sentido tan en paz. Jamás. Ni siquiera pude preocuparme por Aaron, ni por el trabajo de fin de grado, ni por nosotros...
No pude preocuparme por Luke Skywalker estando en manos de una vecina a la que no conocía.
Tampoco pude preocuparme de mi situación con mis padres, ni de que mis amigos iban a ser padres.
Estaba ahí, sumergida en una puta nube de felicidad y caricias de la que era incapaz de bajar, y para ser sinceros, tampoco me apetecía hacerlo.
Solo disfruté del momento, y es algo que llevaba mucho tiempo sin hacer.
Bueno, casualmente cuando se trataba de estar con él, todo lo demás desaparecía.
Pero estar allí... perdidos entre las montañas, con una tormenta ahí fuera, con mis amigos...
Hacía mucho que no me permitía disfrutar de esa manera, y casi no supe ni cómo actuar ante ello.
La película terminó y Suki y Liam se habían quedado dormidos. Yo casi.
—¿Deberíamos despertarlos? —le murmuré a Maxon, que también los miraba.
—No. No vaya a ser que nos odien aún más.
Era difícil acostumbrarse al sarcasmo de ese hombre, de veras; su tono era tan neutro que no sabías si estaba de broma o no.
Sin embargo... yo tampoco quería levantarme de ahí.
—Vamos a la cama —dijo, intentando levantarse del sofá, pero yo gimoteé y me colgué de su hombro, intentando retenerlo.
—Yo tampoco quiero irme...
Esbozó media sonrisa curiosa y tuve que taparme la boca para ahogar el grito que quise pegar al levantarme en brazos y llevarme escaleras arriba.
—¡Eso es jugar sucio! —le recriminé, aguantando la risa.
Al llegar a la habitación, literalmente me lanzó a la cama, cerró la puerta y empezó a ponerse el pijama delante de mí, así que yo lo imité.
Total, prácticamente nos habíamos visto desnudos la noche anterior en el lago, así que...
—¿Sabes? Creo que serás un tío genial —le dije, mientras me ponía la camiseta de tirantes y ataba mi melena en una coleta mal hecha.
—Olive...
Me tumbé encima de la cama, esperando a que terminase.
—Es verdad. Aunque seas tímido, creo que con los niños tendrías buena mano. Te pega un montón. ¿Nunca pensaste ser profesor antes de querer ser astrofísico? —le di dos palmaditas a mi lado para que se tumbase, ya que estaba de pie, mirándome en algún punto debajo de la cara, sin hacer nada —. Creo que cuando te vea con ese bebé en brazos, acabaré asquerosamente enamorada de t...
ESTÁS LEYENDO
SIZIGIA ©
RomanceDestino. Quizá azar. O es que, simplemente, era tonta de remate. Olive solo necesitaba una cosa: aprobar esa maldita asignatura de alemán que escogió por error en la matrícula de la universidad. ¿El problema? Que no tenía ni la más mínima idea del i...