Capítulo 12.

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XII

[I giorni della giovinezza.]

Segreto tra amanti.

A lo largo de su joven vida escolar, siempre pensó que quedarse tiempo extra para los clubes no era más que una gran perdida de tiempo, después de todo no era algo que le llamará la atención, si bien tenías el libre albedrío de elegir con relación a tus gustos ya fuera un deporte o pasatiempo, esto se tornaría rutinario, al poco rato incluso sería aburrido. Estar con los amigos era bueno, pasaban tiempo juntos pero al final de cuentas estaban dentro del colegio teniendo que seguir una nueva serie de normas extras con relación a lo que estuvieran realizando, algo que no le gustaba, era por ello que prefería estar mejor en casa, aunque no le gustará estar solo eso lo prefería mil veces más.

Sin embargo ese día se dio cuenta que también las personas podían cambiar de opinión. En su vida sostuvo una espada, si era sincero incluso tuvo que leerse un libro antes de empezar el club para saber las reglas con relación al kendo, además de estar observando detenidamente a los alumnos de grado superior durante la práctica previa a la que llevarían ellos; esa fue la razón por la cual al chocar de forma constante con aquel joven, que le declaró la guerra en cuanto se acercaron, se sintió pleno y satisfecho.

Para ese momento los colores que brillaban en el cielo eran una mezcla de amarillos y naranjas, era cálido a su vez reconfortante poder apreciar como el día pasaba mientras ellos estaban metidos en su propio mundo, sin embargo se vieron obligados a detenerse ya que la hora llego a su fin. Entre todos los alumnos, que estaban más que nada sorprendidos por aquel duelo de bestias con talento nato, tuvieron que ordenar y limpiar el gimnasio designado para dicho deporte. Al salir Shanks se estiró elevando los brazos al aire mientras se colocaba sobre la punta de sus pies, inhaló por la nariz la mayor cantidad de oxígeno que sus pulmones le permitieron para luego exhalar por la boca soltando un largo suspiro de satisfacción, después de todo se había divertido como si fuera un niño pequeño.

---nos vemos mañana Akagami--- le dijo Mihawk al joven de cabellera roja quién le sonrió para luego saltar a abrazarlo---, oye...acabamos la práctica, debo irme a casa estoy seguro que huelo mal--- le comento en un tono un poco más bajo, como si estuviera avergonzado en esos momentos.

---que va, hueles muy rico--- sonrió pegando su cabeza con la ajena, mezclando sus cabellos con una agradable sonrisa llena de alegría, ---- oye ojitos... ¿Recuerdas el señor del que te hablé?

----¿El señor Roger? Si, lo recuerdo.

----quiero que vayamos a verlo el próximo viernes, escuché que no habrá práctica ese día--- lo miro sonriendo, ya que para esos momentos el joven de ojos ámbar ya lo conocía mejor que nadie y sabía lo que significaban la mayoría de aquellas expresiones por parte del pelirrojo---, dime ojitos ¿Van a seguir viniendo por ti?

---no, la verdad no...pero si voy contigo, volveremos antes de la hora de que acabe el club para que me de tiempo volver ¿Vale?

---claro que si--- sonrió.

---me retiro--- lo apartó, hecho esto comenzó a caminar sin embargo se detuvo a medio andar y sin mirarlo soltó, ---- revisa el bolsillo de tu uniforme, hasta mañana Akagami--- dicho esto se marchó con un paso más veloz.

Por su parte el más bajo hizo caso a las palabras de Dracule, primero busco en los bolsillos delanteros de su uniforme, nada, después en su mochila, de igual manera no había nada, fue ahí que por azares de la suerte se llevó ambas manos a sus glúteos donde con su mano izquierda sintió algo, y al sacarlo de su bolsa vio que era una barra de chocolate.

Le piccole cose che amo di te. [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora