XI. Borroso / Duele

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Recordé una vez que mi padre casi se orinó de la risa porque tuve una discusión muy fluida con mi madre sobre porqué debía comer mis vegetales y no solamente la carne.

-Si quieres ser un lobo grande y fuerte, también debes comerte los vegetales.

-Pero somos lobos. Comemos carne -respondí.

-Eso no significa que solo nos alimentemos de eso. Ayer te comiste bien tus vegetales.

-Fue porque me engañaste. Las envolviste en harina, huevo y pan. Creí que eran croquetas.

-Pero te las comiste -no podía discutir eso. Sí me las había comido y sí me habían gustado mucho. De hecho, había pedido más y mi padre me había dado las de él. Mamá lo había regañado por eso.

-Sí, pero fue porque me engañaste para que lo hiciera. Engañaste a tu hijo...

En ese momento, papá no pudo seguir aguantando la risa y terminó explotando en carcajadas tan ruidosas que terminaron por despertar a mis hermanos que dormían su siesta.

Eso hizo enojar a mamá, regañó a papá entre gruñidos y a mí no me quedó de otra más que comerme mis vegetales. Pasaron varias horas hasta que nos dispusimos a hablar sin miedo de que mamá nos gruñera.

Esa vez terminé pasando la tarde jugando a las escondidas con papá. Nos reímos mucho y corrimos hasta quedarnos sin aliento.

Y entonces me dijo:

-Te contaré un secreto. Pero no le digas a mamá, ¿si? Se enojaría más si se entera -asentí apretando lo labios -. Cuando conozcas a esa persona que se convertirá en tu compañero o compañera de vida, te darás cuenta de que no importa si es él o ella. Importa lo que significará en tu vida y en lo que te hará sentir en ese momento. Cuando estén frente a frente, sentirás que todo está bien en el mundo y no va importar nada más que ustedes dos. No te va a importar cuantas veces se enoje contigo o qué tantos vegetales te obligue a comer -me reí por eso -, sabrás que es esa persona. Sabrás que está hecha para ti y tú estás hecho para él o ella. Sabrás que al final del día, estarán juntos y que verás esa hermosa sonrisa que sabrás será solo para ti. Porque será solo tuya. Y no puedo esperar a que ese día llegue. Quiero ver en qué clase de... te vas a convertir. Quiero ver...

Odiaba cuando mis recuerdos se volvían borrosos. Sentía que ocurría en partes importantes. Partes importantes de un recuerdo quizás no importante.

Pero ya lo había aceptado hace tiempo. Y nunca forcé mis recuerdos para no colocar momentos que quizás nunca ocurrieron.

-¡Ya llegó Raiki! -la voz de Mia.

-¡Al fin vamos a comer! -dijo Gia.

Los primeros días habían sido difíciles para ellas. Pero Arja me explicó que es más sencillo para ambas porque se tenían la una a la otra, era algo así como un lazo de hermanas. Nunca iban a estar solas aunque encontraran a su compañero. Su lazo seguiría ahí.

Nadie me dijo nada cuando entré a la casa a pesar de que ya había caído la noche. Arja había hecho la cena y las gemelas habían puesto la mesa. Todo estaba listo.

Nos sentamos, comimos, hablamos sobre lo acontecido durante el día con toda normalidad, y llegado el momento, ya era hora de dormir.

Bueno, casi todos.

Rodé muchas veces en mi cama hasta que decidí que no lo iba a conseguir. Así que solo me levanté y bajé para ir al porche. Necesitaba aire fresco, estar solo. Necesitaba...

-Papá -dije en cuanto lo vi, apoyado en la baranda del porche, justo en donde pensaba colocarme -. Lo siento, no quise...

-Descuida, no pasa nada -me mostró una sonrisa triste -. ¿Estás bien?

Rey LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora