XLV: Asmund / Los estaba esperando

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El silencio me parecía cada vez más cómodo mientras caminábamos siguiendo a Oskar. Si antes me parecía sofocante, ahora lo prefería.

La bestia no volvió a pronunciar palabra alguna durante el resto del camino. Ya no me parecía tan imponente ni peligrosa. Ya no iba a tener ningún control sobre mí a menos que se lo permitiera.

Por otro lado, mi lobo se removía nervioso. Quería hablar y decirme muchas cosas que desconocía. Sabía que quería calmarme y reducir esa sensación de rabia en mi, pero eso era algo que no quería hacer hasta que Will estuviera a salvo y el brujo vencido.

Rodeamos pueblos y atravesamos manadas sin problemas. Me alivió un poco ver que habían manadas que no sufrieron pérdidas de ningún tipo, pero no quitaba la preocupación de los alfas y sus segundos.

-¿Por qué no hemos encontrado cazadores?

-No hay muchos clanes, la verdad -respondió Oskar -. El clan de Alec es el más grande, y eso que no es tan numeroso. Los demás son cazadores solitarios o retirados que no sacan sus armas a menos que sea necesario. Los demás son clanes familiares, pero tampoco ejercen como tal.

-¿Se esconden? -preguntó Ziggy.

-Podría decirse que sí. Así como los lobos, los cazadores también quieren una vida tranquila y sin sangre derramada.

-Entiendo.

Mientras Ziggy y Oskar hablan, yo me limitaba a escuchar sus palabras, mirar hacia el cielo cada tanto para asegurarme de que aun era de día y que nos quedaba tiempo para llegar al lugar.

-Descuida -miré a Oskar. Se esforzaba por estar tranquilo -. Llegaremos y recuperaremos a mi hermano.

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Un día, cuando Macy estaba recientemente enferma, ni Arja ni las gemelas se encontraban en casa. Solo éramos ella y yo.

-¿Raiki? -la oí acercarse, pero no reaccioné de inmediato -¿Estabas dormido?

-No lo hacía -respondí con voz perezosa mientras me restregaba la cara con las manos -¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?

Ella dejó salir una suave risa.

-Estoy bien, hijo mío.

-¿Segura? El doctor dijo que debías descansar y papá me pidió que te cuidara...

Ella volvió a reír. Y era un sonido tan hermoso y acogedor, que lo único que quería era que no se detuviera jamás.

-Cariño -su voz me sacó del trance de en el que me tenía su risa -¿Te puedo preguntar algo?

-Claro, no hay problema. ¿Qué pasa?

-¿Por qué decidiste entrenar?

-Bueno, si te soy sincero, comencé a entrenar porque sentí que debía hacerlo -no pareció entenderme -. Es... mi forma de retribuir todo lo que Arja ha hecho por mí. Ustedes han hecho tanto que, quisiera poder pagárselos de alguna manera.

-Cariño. Mi bello hijo, eres un buen chico, Raiki. Eres un buen chico y no lo digo solo porque sea tu madre. Es verdad. Pero no necesitas pagarnos nada. Ser tu madre es una de las cosas que más feliz me ha hecho, y con eso me basta.

-Mamá... -comenzaba a avergonzarme.

-Te diré un consejo muy importante para que impresiones a Claus -logró llamar totalmente mi atención -. En momentos de crisis, la confianza lo es todo, no importa si no confias en él. Si está de tu lado, es todo lo que importa.

-No lo entiendo -ella besó mi frente y sonrió mientras peinaba mi cabello con sus dedos.

-Lo harás en su debido momento, hijo.

Rey LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora