Hasta que la muerte nos separe • I

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Aquella mañana olía a flores.

No debería oler a flores.

Debería rebosar del aroma de la madera usada para disuadir curiosos y alejarlos del camino.

Pero olía a flores.
Wheein dio una gran y larga olfateada, consciente y lenta, saboreando a través de su millones de veces más sensible olfato el gusto dulce del polen, el aroma fino, y los restos de césped cubierto de rocío, característico de la temprana hora.

La noche anterior ella y ByulYi corrieron cual par de cachorros recién nacidos por toda la montaña; experimentaron los juegos de mordidas, las lamidas a la nariz y juegos de fuerza cuando si podían soportarlos; al despejarse la luna en lo más alto del firmamento y con ella como testigo, nuevamente disfrutaron las mieles del sexo animal del cual esperarían no despertar... Y la mañana llegó. Esta vez ByulYi era quien yacía recostada en el césped.

Su cabellera roja se mecía gracilmente con la brisa, enseñando las finas facciones apacibles en su sueño profundo; Wheein sonrió, estiró la mano hacia ella y frotó con cuidado su mejilla.

—ByulYi...

No hubo respuesta. Los últimos días había estado durmiendo mucho más a menudo de lo que podía recordar.
...Y ella lo sabía.

La sonrisa causada por la belleza sobrenatural en el sueño de su amada se borró; Wheein seguía sentada, con los antebrazos sujetando sus rodillas, mientras la leve luz del amanecer que apenas iniciaba era su único cobijo.
Todo era hermoso; perfecto. Y tal como la más bella flor debe marchitarse, estos momentos llegaba a su fin.

El sueño tranquilo de Moon se vio interrumpido; la inquietud e incomoda sensación de la tristeza en su cabeza mecía su calma... Una tristeza ajena.
Giró sobre su hombro y, boca arriba, arrugó la nariz tratando de abrir los ojos.

—Wheein
—Aquí— Wheein estiró la mano hacia la de ByulYi, anticipando el tanteo ciego de esta buscándole —Quise dejarte dormir
—Quisiera que no me hicieras dormir tanto— Moon se frotó los ojos antes de levantarse —Hey
—¿Mm?
—Eso. No te leo ahora mismo.
—Ah— Wheein sonrió —Trataba de quedarme en blanco un momento... Estoy cansada
—Oh...— Moon asintió poco convencida
-Encontraremos la ubicación de la guarida de los ancianos hoy... Pero aun me asusta un poco
—Déjamelo a mi ¿Bien?— Moon se deslizó en el césped y atrajo los hombros de Wheein —Sin mi ellos nunca podrán volver a dejar un heredero a sus familias, y sin ti tu padre nunca tendrá un hijo de 100 generaciones de Alfa
—No me hace sentir mejor— Murmuró Wheein agachando la cabeza

ByulYi miró fijamente a la chica que rodeaba con sus brazos; esta al percatarse la vio de reojo precavida.

—Algo te ocurre

Wheein disintio.

—Ni siquiera lo intentes
—No hablemos ahora de todo lo que nos preocupa ¿Bien?
—Tenemos que compartirlo todo, ese es el trato— ByulYi sujeto la mano izquierda de Wheein, donde hasta hace pocas horas llevaría el anillo

Wheein sonrió. Apretó los dedos delgados de Moon que mantenían su mano y suspiró, deshaciéndose así del último atisbo de angustia del amanecer.
Rápidamente se levantó del césped.

—Wheein-ah...— Insistió ByulYi
—Lo que dijiste me dio una idea de donde buscar la pista a la guarida de los ancianos

Moon sonrió. Asintió, rindiendose ante dejar la discusión para otro momento y resolver lo que debían.
Se levantó de mala gana y, aún ambas muy desnudas, caminaron en la montaña de regreso a la antigua casa de los Park.

Una vez de regreso ambas fueron hacia el jardín, donde desde la noche anterior la ropa aguardaba; Moon inició la tarea de recoger la ropa. Veía a Wheein inspeccionar rigurosamente la losa de madera con el nombre tallado de los Park, y tras un par de minutos de ello se acercó a ella, distrayendo su labor.

Lady MoonStar ◇ ▪︎WheeByul▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora