Tiempo de lunación

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Se le llama anticipación en el lenguaje en que comunicamos la sensación premonitoria de un gran acontecimiento.

El rocío del amanecer antecediendo los rayos del sol.
El silencio al entrar al ojo del huracán.
Los pétalos de una flor abrirse al ser bañados por la luz del sol.

Abrir los ojos una mañana y apreciar los rayos del sol colarse por las comisuras de las cortinas blancas de algodón.
Un ronco gruñido vino con la resaca de haber dormido por primera vez en muchas semanas; Wheein se irguió en su cama solitaria y soltó un gran bostezo, que muy para lo que su especie era, finalizó con un silbido satisfecho.

Estiró la mano hacia su mesa de noche alcanzando allí un collar fino de plata que llevaba como colgante su anillo de compromiso; junto a este yacía un vaso de agua a medio beber y un marco de fotos detrás de este; aquella vieja fotografía que muchos años atrás se tomó de los hermanos Jung y Moon YunJi junto a la que más tarde sería la madre de crianza de ella... la única mujer que amó; prontos a cumplirse estaban los 30 años desde aquella noche en la cual la perdió.

Noche de la que alguna vez creyó nunca se recuperaría después de haberlo perdido todo.
Noche que recordaba cada mañana al despertar, y que se obligaba a dejar atrás en el momento de salir de la cama y ordenar su indumentaria del día.

Al salir al pasillo tocó la puerta al lado derecho de éste.

—Arriba, tenemos trabajo
Mm...— Se oyó un quejido lejano
—¡Vamos Hyejin!
Huuuu ¡Aun no termino de dormir!
—Y no terminarás de dormir en una semana entera

Se oyó los pasos hacia la puerta y posteriormente esta se abrió, revelando lo que más parecía una leona que una loba cambiaformas.

—QUÉ
—No uses ese tono conmigo, Ahn Hyejin
—Ahhhh...— Hyejin se frotó el rostro con el dorso de la mano —¿Un minuto?
—Muy bien

Wheein caminó hacia la cocina a beber un vaso de agua. Su rutina era muy sencilla y especialmente corta; las ventajas de ser inmortal, y que con el tiempo las rutinas se hagan más cortas.

Se asomó por la ventana, observando como en los muy lejanos pisos inferiores la vida regular empezaba a moverse; rara vez la rutina o cualquier cosa que se saliera de ésta lograba estimularla lo suficiente para sacarle una expresión en su ya bien acostumbrado rostro rígido y severo; todo el mundo era aburrido y tan gris.

—¿Iremos a lo de Yongsun unnie hoy?— Le preguntó Hyejin saliendo de la habitación
—Eso creo.

Hyejin la miró en silencio; como era costumbre Wheein no era una chica fácil de impresionar, indiferente de si el día presente estaría por ver a muchos de esos viejos aliados y conocidos que hacia más de 10 años no frecuentaba.
Suspiró; resignada y habituada a su fría mejor amiga entró al baño.

Mucho tiempo atrás toda interacción posible se volvió monótona; Wheein siempre fue un espíritu libre, uno que tras décadas en la tierra eligió encadenar a ella; aburrida, silenciosa, personificando un agujero negro donde todas las conversaciones e intentos vanos de entregarle una pizca de júbilo alcanzaban su muerte.

Esa mañana Wheein condujo el auto camino al auditorio del museo de la universidad de Seoul, aquel día las clases serían didácticas sobre la ilustración digital y acrílica; Hyejin estaría presente, como todos los días, y posterior a ello ambas viajaron al que se convirtió en el sitio favorito de Wheein, muy a pesar de su inexpresiva cáscara exterior: El parque Bunkhansan.

—Nunca termino de aburrime de este lugar— Suspiró Hyejin

Ambas habían tomado el sendero más allá del camino habilitado hasta un risco... El risco en que Wheein por vez primera conoció la belleza de una loba blanca de tres colas. Wheein permaneció sentada en el borde de la piedra con las piernas colgando hacia el vacío, y apreciandolo en silencio. Bebía un vaso de jugo de manzana sin hablar, solo disfrutando del aroma y vista inigualable de este lugar tan especial.

Lady MoonStar ◇ ▪︎WheeByul▪︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora