Jaula de Oro

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Las lágrimas seguian en mi rostro, cuando me levanté del suelo, pude ver qué me encontraba en una bella habitación, pero que más daba que fuera esto o el horrible almacén de mis vendedores,  era prisionera, condenada a la peor de las fechorías.

Me acosté en la cama y me acomode entre las almohadas, odiaba este lugar, pero escapar no era una posibilidad, según Once era imposible.

Durante el resto de la noche no dormí nada y en mi mente solo pude idear un plan para que mi dueño no se saliera con la suya y Once me ayudaría, al fin y al cabo  estar aquí era como estar muerto, que tenía que perder, prefería que se hiciera a mi manera y no a la del maldito  Jefe Ruso.

Me levanté de la cama y me dirigí al armario, gracias al cielo había ropa de mujer, ese hombre a cuantas chicas habría traído aquí, rebusque y encontré una pijama, era un vestido de tela fina y una bata, en los cajones encontré  ropa interior, alegremente la tomé y me dirigí al bañó, entre y me quite el vestido y la horrible lencería, me di una ducha muy larga con agua tibia y cuando estube lista salí, me acomode en la gran cama y me que de dormida.

Al amanecer entro una joven sirvienta con mi desayuno, dijo llamarse Ela y me dijo que ella se encargaría de alimentarme, mientras su patrón regresará.

Salió de la habitación y yo solo probé un poco, no tenía hambre así que no lo comí, busque en el buró y encontré un pantalón y una blusa me los puse y salí a buscar a once, el estaba parado en lo que parecía ser la sala, cuando me miro se acercó.

Once: buenos días, está lista para conocer la casa?.

Ann: claro que sí- dije sin ánimos

Lo tome del brazo y le pedí  que me la mostrará, un sonrojo apareció en su mejillas y eso me alegró, mi plan empezaría desde ese momento, mientras me mostraba el gran jardín, hice de todas las formas posibles para llamar su atención,el solo me sonrió y no dijo nada, pero pronto el me ayudaría.

El día avanzo con rapidez, en la tarde me llevo a una hermosa terraza, comimos juntos y me dejó en mi habitación. El era muy lindo y era perfecto para mí plan, ya sabía que mi destino era terminar en la cama del Jefe Ruso pero se llevaría una sorpresa.

Según escuche, que te tomen a la fuerza es horrible y más si es tu primera vez, siempre he pensado que mi primera vez debe ser con alguien que amo, por ello nunca lo intente con nadie y dónde terminé, vendida a alguien que ni conozco.

Me metí a bañar de nuevo y me acosté a dormir  por ahora estaba segura, al menos hasta que mi dueño volviera, ojalá nunca volviera.

Pobre de mi madre y de mi padre, estarán desechos buscándome, estarán poniendo carteles para ver si alguien me vio o me buscarán en la morgue, ahora era parte del monto de jóvenes desaparecidas y olvidadas en las calles de México, su familia estaría rota por no saber que había pasado con ella, algo que Ann se preguntaba a cada momento, que sería de ella después de que la violaran .
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Once se encontraba en su cama, en su mente solo se encontraba  Ann, lo había cautivado cuando la miro, le hacía sentir feliz estar a su lado .

A ella parecía agradarle el, eso le alegraba y también le preocupa, que esperaba esa chica de el, sus actos demostraban coqueteo, pero eso era imposible no?

"Dios mío,  Ann no juegues conmigo, soy un simple hombre capaz de sucumbir a tus encantos, capaz de  perderlo todo por ti"

Vendida a la Mafia Rusa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora