Niebla

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(Narra Ann)

Después de un rato llegamos a una casa, era preciosa pero tenía un aura misteriosa, los nervios me estaban invadiendo, algo no me daba buenas espina, pero imaginando que Alan estaba dentro mi miedo se disipó.

F me condujo por la entrada y me adentre en la sala de estar, tenía una decoración muy diferente, mas sombría que la del bosque, escuché unos pasos a mi espalda y con una sonrisa me voltee, pero en lugar de encontrarme con Alan, había un hombre alto, atractivo y con una mirada sería, lo había visto antes en algún lado, pero dónde.

Eduardo: hola, preciosa es bueno volverte a ver, a si que tu eres la mujer que dice que es mía.

Y en mi mente apareció la imagen de la subasta el hombre frente a mi fue el que me compró en la subasta, quien diablos era y porque decía ser jefe de la mafia.

Ann: no pienso lo mismo, yo soy la mujer de Alan no de ti y Alan es el único jefe de la mafia deja de decir mentiras- dije con molestia

Su mirada se oscurecio y empezó a tornarse  divertida, cuando nombre a Alan, como si Alan causará odio en su vida.

Eduardo: no te enojes yo soy uno de los cuatro Jefes de la mafia. Y soy el mejor amigo de Alan, dime quieres regresar con el.

Ann: si es lo que más quiero en este momento, por favor.

Eduardo: bien le avisé, mientras viene por ti, vamos, te invito a comer.

Ann: bueno- dije con desconfianza.

Lo seguí en silencio pero sentía algo extraño que me decía que Eduardo era extraño y debía de tener cuidado con el.

La mesa estaba lista, había un desayuno estilo ruso, se veía delicioso, pero la intranquila me envolvía, Eduardo no me causaba confianza.

Me serví y juntos empezamos a comer, una empleada entro con un vaso de jugo y una tasa de café, me dió el jugo y el tomo el café, me tomé el jugo de naranja pero sabía un poco amargo, pero pensé que era normal.

Unos minutos después mi cabeza empezó a doler, me sentí mareada y ví a Eduardo, tenía una sonrisa en el rostro, escuché que me llamaba y después todo fue oscuridad.

(Narra Eduardo)

Cuando llegamos a la junta, esperaba ver a la deliciosa chica, pero no estaba, esto era plan de Alan, nunca quería compartir.

Mire la mirada de alivio de Alan, esto me causó molestia, lo conocía desde que éramos niños, pero siempre lo odié, su vida fue más fácil que la mía, sus padres lo adoraban y a mi me tocaron unos padres que nunca me hacían caso, siempre me restregaba lo bueno de su vida y por eso lo odiaba, me molestaba que fuera feliz, por eso cuando tuve la oportunidad de quitarle su felicidad lo hice, verlo tan contento me molestaba y si le vendí la chica era porque me ofreció mucho, así podría comprar más chicas.

Pero algo cambio, cuando supe que la salvó me di cuenta que le importaba y de una forma repentina me invadió el deseo por ella, de nuevo le arrebataría a su amor.

Cuando volví a casa, me encontré con una llamada de que había una chica que decía ser mi mujer, la intriga me invadió, la mandé traer y para mí sorpresa era la protegida de Alan, había caído a mis brazos tan rápido.

La invite a comer y mientras comíamos, mandé poner una droga, que te hacía dormir, quien la probará no despertaría hasta que pasará el efecto, ahora me aprovecharíamos de ello, pero no dejaría huella alguna, al menos está vez sería más cuidado, después llamaría a Alan y le diría que me encontré a su mujer y para que viniera por ella.

Vendida a la Mafia Rusa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora