03 Lo lamento

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Merlina Addams

El despreciable aroma de adolescentes, sangre, cenizas y muerte seguía en el aire. Hermoso.

Largo ya había subido mis cosas a mi habitación por lo que preferí ir a dar una vuelta y tal vez ir a visitar las abejas de Eugene. Antes de iniciar mi camino escuche un sonido metálico a mi espalda, así como saber que el motor de esa cosa no volvería a encender cuando todos bajaran del autobús, el sonido chirriante era una advertencia.

El autobús era de colores brillantes, igual de nauseabundo que el lado de la habitación de Sinclair, seguro a Enid le encantaría eso. Despreciable. Me di la vuelta sobre mis talones y seguí caminando, esto no era algo interesante. Avance por el lugar viendo a varias personas con ropa normal o con maletas;  vi a dos mujeres hablando en una esquina con una sonrisa y me detuve para observar.

38, posiblemente 39 años, 1.70 británica, en su boca descansa una pipa. Junto a ella había una mujer un poco más baja de pelo blanco, 47 años, 1.60 ¿Nacionalidad? Por averiguar. Seguía analizando a las mujeres al otro lado de la habitación cuando en un segundo ambas desaparecieron convertidas en aves. Interesante. 

Estaba por seguirlas para seguir tomando notas mentales pero Xavier me detuvo. —Hola Merlina.— me distraje observando, a las que supuse serian la nueva directora y la profesora suplente, que deje que alguien se acercara demasiado.

Ya estarías muerta aunque no se escucha tan mal realmente, un pensamiento fugaz abordó mi cabeza.

—Hola.— me sonreía, su cabello en una pequeña cola y su característico gusto por las sudaderas. 

—Creí que no regresarías después de lo que paso, que bien que estés aquí.— dijo sonriendo. —Estar al borde de la muerte es una actividad excitante que disfruto.— no iba a terminar esa frase diciendo que realmente había estado muerta de miedo pero no podía dejar que los mataran a todos.

No me importan sus vidas, sin embargo, no estoy de acuerdo sabiendo que alguien decidió que nosotros éramos menos por no ser normativamente correctos.

—Da igual, me alegro que estés aquí porque te quería preguntar algo. Te mande algunos mensajes durante este tiempo pero nunca los vistes.— cierto, me regalo un dispositivo con el fin de hacer que me comunicara a larga distancia.

Que perdida de tiempo teniendo las cartas. 

—Estuve ocupada que olvide donde lo deje. Aparte, se apago y no volvió a encender así que di por hecho que había muerto por estar cerca de mí; un honor en realidad, no solo mato flores y animales, sino también dispositivos inteligentes.— una sensación de orgullo brillo en mi interior pero suprimí la sonrisa que buscaba asomarse, vi al chico mirar hacia otro lado conteniendo su risa. —En la caja viene un cable que se usa para cargarlo.— recuerdo haber visto eso, sin embargo, lo utilice para crear un toma corriente para introducirlo en el cerebro de mi hermano y averiguar que es lo que pasa por su cabeza. 

Estaba por responder cuando esa exasperarte chica rubia se acerco dando algunos saltos en mi dirección creyendo ser sigilosa. Al ver las cicatrices que aun permanecían en su rostro me hizo sentir algo extraño en mi interior, ¿Preocupación? No creo, posiblemente sea porque a pesar de eso ella sigue sonriendo de manera hermosa. 

¿Que acabo de pensar? 

La platica fue corta, me entrego mi carta y viendo mejor note el collar en su cuello, era de una manera extraña lindo y llamativo, supongo que encaja perfecto con ella. Pero el oro puro no creo que sea algo por lo que Enid se derrita, ya le preguntare más tarde de que se trata esto, con una mirada silenciosa le pedí respuestas y ella accedió contestarlas. 

Ligadas Por La Sangre Y La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora