Un obsequio (24 años)

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Navidad es una de mis épocas favoritas del año. Tu eres judío y tal vez no lo disfrutas tanto como yo pero igual te quedabas por mi.

Recuerdo que había tenido que trabajar ese día y estaba encabronando. Realmente tenía ganas de estar contigo luego de tener que acompañarte a las festividades con tu familia (supongo que era una de las cosas que tuve que aceptar cuando nos casamos) pero no pude.

Después de una muy larga jornada (que se sentía eterna para mi) por fin pude volver a casa contigo. Las luces estaban apagadas y lo único que podía percibir además de tu aroma era un olor a pavo y pasta.

- ¿Kahl? ¿estás en casa?

No hubo respuesta de tu parte así que comencé a buscarte por la casa. No tardé mucho en encontrarte, estabas frente al árbol y dando la espalda a donde yo estaba. Aproveché el momento para acercarme y abrazarte por detrás, cosa que te hizo sonrojar. Inmediatamente cuando te abracé sentí como si te hubieras envuelto con algo. Me apartaste, te levantaste y encendiste la luz, dejándome ver la sorpresa que me tenías preparada: usabas una de mis camisetas favoritas (la cual te quedaba grande por razones obvias) tenías el torso envuelto con cinta de regalo roja y un moño del mismo color en el cabello.

- Tardaste demasiado en volver... Como sea, feliz navidad... Supongo.

No pude evitarlo, te cargué entre mis brazos abrazándote y sonriendo.

- Te ves tan lindo así ¿sabes?

- ¡F - fué idea de Butters! ¡lo juro!

- Si claro, como no... Da igual, en este momento sólo quiero llevarte a la habitación y pasar un rato agradable, si sabes a lo que me refiero.

Fué inevitable soltar una ligera risa al verte tan sonrojado que el tono de tus mejillas comenzaba a parecerse al de tu cabello.

- Idiota... La cena se va a enfriar.

- Al carajo la cena, tengo mis prioridades. En este momento lo único que quiero es pasar un muy buen rato contigo, mi caramelo ácido.

- Idiota, esa es una canción de Lady Gaga.

Ambos intercambiamos risas antes de mirarnos a los ojos y comenzar a besarnos, primero de manera dulce y cariñosa y luego de una forma más fogosa y apasionada.

Esa noche estuvimos casi dos horas encerrados en la habitación para luego bajar a cenar. Supongo que es mi recompensa por haberte acompañado a las festividades de tu familia sin hacer ningún comentario estúpido (según tu) delante de tus padres.

Omegacember | KymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora