Mis pensamientos se encontraban en un torbellino mientras intentaba comprender la situación en la que me encontraba. La mujer frente a mí, Aine, se presentó como la diosa del destino, encargada de controlar el curso de las vidas humanas. Era difícil de asimilar. ¿Cómo podía ser que estuviera cara a cara con una deidad tan poderosa?La indiferencia en el tono de voz y las palabras de Aine me dejaron perplejo. Intenté procesar lo que acababa de decir. Ella tenía el poder de decidir cuándo nacemos, cuándo morimos, e incluso los momentos más triviales de nuestras vidas. No podía evitar sentir una mezcla de asombro y temor ante tal revelación.
Movido por la confusión, no pude evitar preguntarle a Aine por qué me había traído a este extraño lugar. Su respuesta fue escueta y directa: me había traído para llevarme a otro mundo. La idea de abandonar mi mundo y todo lo que conocía me llenó de angustia. Quería volver atrás, regresar a mi vida normal, a mi madre.
Desesperado, le supliqué a Aine que me devolviera a casa, pero su respuesta fue igual de tajante: no podía hacerlo. Según ella, solo los entes espirituales, los muertos, podían acceder a la Laguna Nebulosa y, por ende, a este extraño mundo en el que me encontraba. Mi corazón se hundió al escuchar sus palabras. ¿Acaso estaba muerto? ¿Era esto algún tipo de broma macabra?
Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras trataba de procesar la información. Aine afirmaba que mi madre deseaba que nunca hubiera nacido y que esa era la razón por la cual me había llevado aquí. Sentí un nudo en la garganta y una oleada de dolor recorrió mi ser. ¿Cómo podía ser que mi propia madre desechara mi existencia?
Mi voz temblorosa se elevó en un grito ahogado mientras intentaba refutar las palabras de Aine. Le aseguré que mi madre me amaba y que yo la amaba a ella. Éramos todo el uno para el otro, nuestro apoyo mutuo en un mundo lleno de dificultades. Pero Aine, con su mirada impasible, parecía incapaz de comprender el significado del amor, los lazos familiares y los sentimientos humanos.
Frustrado, le dije con ira que nunca entendería porque nunca había experimentado esos sentimientos. Por primera vez, noté una expresión de sorpresa en el rostro de Aine. Parecía sumida en sus propios pensamientos, debatiendo consigo misma. Era evidente que mi comentario la había impactado de alguna manera.
Finalmente, Aine rompió el silencio y admitió que no entendía las emociones humanas. Era ajena a ese mundo de sentimientos y conexiones humanas. Sentí una mezcla de compasión y tristeza hacia ella. ¿Cómo podía una deidad controlar el destino de los demás sin comprender lo que realmente significaba ser humano?
En medio de nuestro intercambio, Aine propuso un trato. Si yo lograba enseñarle sobre los sentimientos y emociones humanasAine propuso un trato: si lograba enseñarle sobre los sentimientos y las emociones humanas, ella me devolvería a mi mundo o cumpliría cualquier deseo que tuviera. La oferta era tentadora y despertó una chispa de esperanza dentro de mí. Quizás, a través de esta experiencia, podría hacer comprender a Aine la belleza y la profundidad de los lazos humanos.
Sin dudarlo, acepté el desafío. Estaba determinado a mostrarle a Aine que el amor, la empatía y todas las emociones que conforman nuestra existencia no eran ilusiones o meras quimeras. Eran reales y poderosas, capaces de transformar vidas y generar conexiones significativas.
Aine se acercó a mí, bajando la mirada, y puso su mano sobre mi frente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras caía en un estado de inconsciencia. La última cosa que escuché fue la voz de Aine susurrando: "Cumple con tu promesa".
Cuando abrí los ojos, me encontraba en un nuevo lugar. El entorno había cambiado por completo. Me hallaba en un extenso y exuberante bosque, rodeado de árboles altos y frondosos. La luz del sol se filtraba entre las ramas, creando un juego de luces y sombras en el suelo cubierto de hojas.
Me levanté con cuidado y tomé un momento para asimilar mi entorno. Este nuevo mundo irradiaba una sensación de misterio y maravilla. Cada suspiro de viento parecía llevar consigo secretos y aventuras por descubrir.
Una voz resonó en mi cabeza,
Aine: (con una mirada penetrante) Así que eres Luard Takahashi, el mortal al que he traído aquí. ¿Estás listo para cumplir tu promesa y enseñarme sobre las emociones humanas?Luard: (sintiendo una mezcla de determinación y ansiedad) Sí, Aine. Estoy dispuesto a cumplir mi promesa. Pero primero necesito entender algo. ¿Por qué has decidido aprender sobre los sentimientos humanos ahora? ¿Qué ha cambiado en ti?
Aine: (con cierta vacilación) Nunca antes me había detenido a considerar las emociones humanas. Era algo que veía como innecesario e incluso ilusorio. Pero tus palabras, Luard, me hicieron cuestionar mi conocimiento y mi existencia. Quiero comprender lo que los humanos experimentan y cómo influye en sus vidas.
Luard: (asintiendo con seriedad) Entiendo que puede ser difícil para ti, Aine. Pero estoy dispuesto a ayudarte en esta búsqueda. Creo que, al experimentar y entender las emociones humanas, también descubrirás una nueva faceta de ti misma.
Aine: (con curiosidad) ¿Crees que eso es posible? ¿Que puedo cambiar y descubrir algo nuevo sobre mí misma?
Luard: (sonriendo con esperanza) Sí, Aine. Creo firmemente que todos podemos cambiar y crecer. Incluso los seres divinos como tú. Tal vez, al explorar las emociones humanas, encontrarás una comprensión más profunda de tu propósito como diosa del destino.
Aine: (reflexionando) Es una idea intrigante. Nunca antes había considerado que mi propósito pudiera estar relacionado con las emociones humanas. Estoy dispuesta a aprender, Luard. Enséñame sobre el amor, la tristeza, la felicidad y todo lo que implica ser humano.
Luard: (con gratitud) Agradezco tu apertura, Aine. Será un camino desafiante, pero juntos exploraremos las diferentes facetas de la existencia humana. Aprenderás sobre el poder del amor incondicional, la fuerza de la empatía y cómo los lazos familiares pueden moldear nuestras vidas.
Aine: (con determinación) Estoy lista para comenzar esta travesía contigo, Luard. Aunque soy una diosa, estoy dispuesta a abrirme a la experiencia humana. Seré tu aprendiz en este viaje hacia las emociones y sentimientos que tanto valoras.
Luard: (con sinceridad) Aprecio tu disposición, Aine. Juntos descubriremos las maravillas y los desafíos de las emociones humanas. Te prometo que haré todo lo posible para guiarte en este camino y, al final, espero que puedas encontrar una nueva comprensión de ti misma y de tu papel en el destino de los demás.
La interacción entre Aine y Luard marcaba el comienzo de una asociación única y desafiante. Ambos estaban decididos a explorar y comprender las emociones humanas desde perspectivas diferentes. A través de su colaboración, esperaban encontrar un nuevo significado en sus propias existencias y desbloquear un conocimiento más profundo sobre el propósito de la diosa del destino.