Capítulo 1: En los Dominios de Aine
Caminaba por los pasillos de mi escuela secundaria con la mirada baja y el corazón pesado. Soy Luard Takahashi, un estudiante de preparatoria, y mi vida se ha convertido en una constante tortura. Los matones de la escuela se han convertido en una pesadilla recurrente, intimidándome y amedrentándome sin piedad. Parece que no hay un lugar seguro para mí.
Mientras camino, no puedo evitar preguntarme cuándo terminarán estos abusos interminables. Echo un vistazo a mi reloj y me doy cuenta de que tengo que llegar a tiempo para mi trabajo como cajero en un supermercado cercano. A pesar de estar golpeado y sucio, mi actitud no cambia. Me levanto, me sacudo el polvo y me dirijo al supermercado.
La jornada laboral es agotadora. Atiendo a los clientes con una sonrisa forzada mientras lido con el cansancio y el dolor físico. Al finalizar mi turno, me despido de mis compañeros y me dirijo de regreso a casa.
Al llegar, saludo con entusiasmo, esperando una respuesta familiar. Sin embargo, nadie responde. Las horas pasan y la puerta finalmente se abre. Es mi madre, que regresa del trabajo. La saludo y le pregunto cómo ha sido su día. Ella, preocupada por mi bienestar, me ofrece prepararme algo de cena, pero le digo que ya me he ocupado de ello y que ella debería descansar.
Mi madre suspira y se lamenta, sintiéndose culpable por no poder darme una vida mejor. Pero la tranquilizo, expresándole mi gratitud por todo su esfuerzo a pesar de las adversidades. Aunque nuestra vida no es perfecta, estoy satisfecho con lo que tenemos y amo a mi madre incondicionalmente.
Después de cenar, me retiro a mi habitación exhausto. Cierro los ojos y me dejo llevar por el sueño, pero algo extraño ocurre. Me encuentro en un paisaje completamente diferente, rodeado de un cielo estrellado y agua cristalina que refleja el firmamento. Estoy confundido pero maravillado al mismo tiempo.
De repente, una mano emerge del agua, seguida por la silueta de una mujer. A primera vista, parece que está desnuda, pero partes de su cuerpo están cubiertas por un líquido similar al metal líquido. Su cabellera es larga y brilla como si estuviera hecha de cristal, su piel es de porcelana y sus rasgos albinos la convierten en una belleza deslumbrante.
La misteriosa mujer se mantiene indiferente en su posición, sin decir una palabra, con una mirada enigmática en sus ojos. Permanezco paralizado, sin saber qué hacer o qué esperar de este encuentro inesperado.
Mis piernas temblaban mientras me acercaba con temor a la mujer de aspecto etéreo . Su voz resonó fríamente en el aire mientras pronunciaba mi nombre, Luard Takahashi. Una mezcla de asombro y miedo me invadió. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Quién era esta mujer? Dudoso, le pregunté si todo esto era solo un sueño.
La joben inclinó ligeramente la cabeza, como si no comprendiera del todo mi pregunta. Después de unos incómodos segundos, me respondió de forma concisa y directa: "No, esto no es un sueño". La sensación de irrealidad me envolvió aún más, haciéndome cuestionar mi propia cordura.
Necesitaba entender lo que estaba sucediendo, así que le rogué que me explicara quién era y por qué me encontraba en este extraño lugar. Con su mirada indiferente y voz imperturbable, se presentó como Aine. Sus palabras no brindaban ninguna respuesta clara, solo me decían que ella me había traído aquí.
Luchando contra la confusión y el miedo, pregunté con cautela dónde nos encontrábamos. Aine respondió con serenidad: "Estamos en los dominios de Aine, en la Laguna Nebulosa". Intenté asimilar esta información desconcertante. ¿Cómo era posible que estuviera en otro mundo, en un lugar tan misterioso y desconocido?
Mi desesperación crecía y, en mi búsqueda por regresar a casa, supliqué a Aine que me devolviera a mi mundo. Sin embargo, su respuesta me dejó sin aliento. "No puedo hacerlo", afirmó de manera tajante. Me reveló que en la Laguna Nebulosa solo los entes espirituales podían ingresar, y eso incluía a los muertos.
Mis ojos se abrieron desmesuradamente, llenos de incredulidad. Una sonrisa nerviosa se dibujó en mi rostro, tratando de convencerme de que todo esto era una broma macabra. Pero la expresión imperturbable de Aine me dejó claro que no era el caso. Ella no comprendía el sentido del humor, no entendía lo que significaba una broma.
Me negaba a aceptar esta realidad. Insistí una vez más, preguntando desesperadamente si había alguna manera de regresar. Pero las palabras de Aine fueron crueles y contundentes: "No la hay". Sentí cómo la esperanza se desvanecía lentamente, dejándome atrapado en esta dimensión desconocida.
Miré a Aine, sus ojos inexpresivos reflejaban la indiferencia del destino. Me di cuenta de que tendría que encontrar una forma de sobrevivir en este mundo extraño y enfrentar los peligros que se avecinaban. No podía permitirme rendirme. Aunque el miedo me abrazaba, me armé de valor y me dispuse a descubrir los secretos de la Laguna Nebulosa.
Continuará...