"Soy de Bolivia. Mis amigos y yo vivimos en la ciudad, pero una vez al año, en fechas festivas, casi por obligación, vamos a los pueblitos natales de nuestros padres para una gran celebración. Este año también fuimos, y fue increíble la cultura y las comparsas. Pero algo llamó mi atención: unos coreanos grabando cómo bailaban las personas. Supongo que vinieron por turismo y cultura. Yo hablo algo de coreano y los escucho hablar. Dicen que es increíble y les gustaría aprender a tocar los instrumentos y conocer más sobre la cultura. Me acerco a ellos y los saludo en coreano. ¿Cómo están? ¿Disfrutan de la celebración? Se impresionan de que hable su idioma y nos llevamos bien. Los guío y les presento a algunas personas: primos, ancianos y señoras de la localidad. Todos son amables y les dan abrazos y algunos regalos. Incluso los invitaron a la celebración de la noche y aceptaron gustosos. Llega la noche y las personas fueron tan amables de darles ropa tradicional de la región. Empieza el baile y la danza. Ellos están sentados, aplaudiendo y viendo cómo bailan en parejas. Me acerco a ellos y les digo que pueden unirse si quieren. Se ven tímidos, pero llamo a algunas primas para que me echen una mano. El ambiente se vuelve más festivo y ellos empiezan a divertirse. La gente se alegra. Sin que se den cuenta, ellos están bailando al ritmo de la música, rodeados por 20 chicas en un círculo alrededor de una fogata. Al terminar, todos nos sentamos para el final, donde compartimos comida entre todos. Les pregunto qué tal estuvo. Ellos me dicen muy emocionados que fue la mejor experiencia de sus vidas. Les digo que me alegro. A propósito, ¿son muy audaces al desposar a tantas mujeres? Ellos se quedan sorprendidos y preguntan: ¿Qué? Les digo que bailar con una mujer alrededor del fuego era para consagrar su amor y también para desposar a una mujer. También les digo que por esa razón se bailaba en parejas. Pero ellos bailaron con 20 chicas. Sus caras se tornan pálidas y me preguntan qué pasaría si no aceptaban casarse. Les digo en forma de broma que eso sería una deshonra para ellas y que nunca podrían casarse porque todos fueron testigos. También les digo que aquí las mujeres son las que eligen a sus esposos. Obviamente, era otra mentira. Ellos tragan saliva y parecen asustados. Me río y les digo que fue solo una broma. Ellos parecen aliviados y la fiesta continúa. Dos años después, me encuentro con los mismos chicos y veo que sí se habían quedado en el pueblo y vivían felices criando ganado y dedicándose a la agricultura. Yo me quedo asombrado y uno de ellos me da las gracias por la broma y me cuentan que se quedaron porque no estaban convencidos por lo que dije. Pero la gente los trató tan bien que se quedaron y también pudieron conseguir esposas y como regalo les dieron tierras y ganado, quedándose con dos esposas cada uno."