Rudeus Greirat yacía en el suelo, su cuerpo inerte, mientras la espada gélida del dios dragón de Orsted atravesaba su pecho. La expresión de sorpresa y dolor aún se reflejaba en su rostro. Eris, Roxy y Sylphiet llegaron corriendo al lugar, pero era demasiado tarde para impedir la tragedia.Eris, con lágrimas en los ojos, lanzó un grito de angustia y desenfundó su espada. Sus manos temblaban de rabia y tristeza mientras avanzaba hacia Orsted, quien se mantenía impasible junto al cuerpo de Rudeus. Roxy, la sabia maga, comenzó a conjurar poderosos hechizos mientras Sylphiet, con sus habilidades mágicas de viento, creaba una barrera protectora alrededor de Eris y Roxy.
El enfrentamiento era inminente. Eris avanzó con determinación, su espada chocó con la de Orsted en un choque de titanes. Orsted era un oponente formidable, pero Eris estaba impulsada por la sed de venganza y el deseo de proteger el honor de su hermano. Los poderosos hechizos de Roxy se lanzaron en ráfagas de magia, creando explosiones de energía que iluminaban el campo de batalla.
La batalla fue intensa, con Eris luchando con valentía contra Orsted, quien había demostrado ser uno de los seres más poderosos del mundo. La barrera de Sylphiet se mantenía firme, protegiendo al grupo de los ataques de Orsted. La lucha se prolongó durante lo que parecieron horas, con Eris desafiando todas las expectativas mientras buscaba vengar la muerte de su hermano.
Finalmente, después de una batalla épica, Eris logró herir a Orsted gravemente. Herido y debilitado, Orsted se retiró, prometiendo que la historia no había terminado. Eris, Roxy y Sylphiet se quedaron junto al cuerpo de Rudeus, lamentando su pérdida mientras prometían seguir adelante en su honor.
La muerte de Rudeus a manos de Orsted había desencadenado una batalla feroz, pero también había forjado un compromiso más profundo en Eris y sus compañeros para descubrir la verdad detrás de la enemistad entre los dos y asegurarse de que la memoria de Rudeus viviera en sus corazones.