La confusión se apoderó de Menma mientras intentaba comprender la extraña situación en la que se encontraba. ¿Por qué sus manos eran tan pequeñas? ¿Por qué no podía moverse libremente? Sus ojos intentaban enfocar el rostro de las personas que lo rodeaban, pero todo estaba borroso.
"Menma", escuchó ese nombre, y no pudo evitar sentir que no encajaba con él. Intentó expresar su incomodidad retorciéndose, pero su nuevo cuerpo no respondía como esperaba. ¿Quiénes eran esas personas que lo sostenían y por qué lo estaban ignorando?
El hombre rubio, al que asumía que debía llamar padre, lo alzó y mostró entusiasmo a su madre pelirroja. "Mira, Kushina, es un niño enérgico", comentó. La molestia de Menma creció, y en un acto impulsivo, tomó un mechón de su cabello y comenzó a jalarlo. "¡Bájame! ¿Quién te dio permiso de levantarme?"
Sin embargo, el hombre parecía ajeno a su protesta, como si solo escuchara los balbuceos incoherentes de su supuesto hijo. Menma intentó comunicar su descontento, pero las palabras no salieron de su boca de la manera que quería. La frustración aumentó al darse cuenta de que no lo estaban entendiendo.
Finalmente, su padre habló: "Mira, Kushina, es muy extraño que nuestro hijo no llore". Los ojos de Menma se encontraron con los de su madre, y en ese momento, comprendió que algo había cambiado drásticamente. Su reencarnación en ese cuerpo de bebé, bajo el nombre de Menma Namikaze, marcaba el inicio de una nueva vida en un mundo ninja completamente desconocido.