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Rodrigo bostezó mientras se daba la vuelta en la cama, sintiendo el tacto de algo rozando su nariz. Abrió los ojos adormilado y se encontró con el rostro de Iván cerca del suyo, tanto que podía ver a la perfección las pecas que apenas se notaban, pero adornaban sus mejillas. Se alejó de golpe, despertando al híbrido.

Se suponía que Iván debía estar durmiendo en el sillón y no a su lado. Rodrigo no tenía idea de cómo había llegado ahí.

─Aclaré que dormirías en el sillón ─frunció el ceño. Iván sonrió inocentemente.

─Pero es más cómodo dormir contigo aquí.

─No me importa. Tú duermes en el sillón, yo duermo en la cama. Es simple.

─¿Sigues enojado por lo que hice ayer? ─dijo con un ligero puchero en sus labios.

Ya le había pedido disculpas por meterlo en problemas, aunque no supiera exactamente por qué tener dos días sin ir a la universidad fuera un problema.

─Lo de ayer ya pasó, y no estoy molesto, solo que no me gustó que vinieras a dormir en mi cama. Tienes todo el sillón para ti solo.

─Pero es frío e incómodo. Aquí es cálido ─se excusó, pero Rodrigo lo ignoró.

A medida fue transcurriendo la mañana, Iván tomó la confianza suficiente para correr por la habitación de Rodrigo y jugar con las cosas que habían dentro, agrandando sus ojos marrones cada vez que encontraba algo que le gustaba.

─Rodriii, juega conmigo ─pidió con una sonrisa.

─No ─se limitó a decir Rodrigo desde la cama.

─Pero es aburrido jugar solo. Acompáñame ─insistió─. ¿Podemos jugar Marco Polo?

─Te dije que no ─gruñó─. Déjame dormir, ¿sí?

Iván se cruzó de brazos, completamente indignado. Rodrigo había pasado toda la mañana durmiendo, era tan holgazán y diferente a él, quien estaba lleno de energía que no parecía acabarse.

─Tengo hambre ─dijo mientras acariciaba su pancita encima de la ropa.

─Te traje un par de duraznos hace un rato.

─Pero tengo hambre de nuevo ─dijo frunciendo el ceño, sin recibir respuesta de Rodrigo─. No importa, yo puedo ir a buscar algo que comer.

─No, no, iré yo.

Rodrigo se levantó rápidamente de la cama y se dirigió a la puerta para salir de la habitación, pero estaba tan adormilado que olvidó cerrar por completo la puerta y al cabo de unos minutos, un enorme perro bulldog entró a la habitación, olisqueando desesperadamente en busca de algo, o más bien, de alguien. En cuanto encontró a Iván, empezó a ladrarle ferozmente dispuesto a atacarlo.

En un movimiento ágil, Iván saltó al escritorio de Rodrigo, haciendo caer varios lápices en el proceso. El perro seguía ladrándole con fuerza y aunque era más pequeño que Iván, este seguía teniendo demasiado miedo de él.

Rodrigo no tardó en escuchar todo el escándalo y corrió a su habitación para ver qué estaba pasando. El perro de su madre estaba atacando a Iván.

─¡Chase! ¡Puta madre! ─lo regañó, logrando que se quedara callado─ Fuera de aquí.

El perro le lanzó un último gruñido a Iván antes de darle la espalda e irse del cuarto obedientemente.

Rodrigo cerró la puerta y aunque no había ni rastro del perro en la habitación, Iván aún estaba encima del escritorio y pegado a la pared con miedo.

𝗬𝗢𝗨 𝗖𝗔𝗡 𝗦𝗧𝗔𝗬 (𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora