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Un fin de semana donde Rodrigo no tenía que ir al trabajo, llevó a Iván a un centro comercial con la intención de comprarle un celular y su propia ropa.

Ya le había explicado cómo funcionaba un celular y aunque el híbrido no estaba convencido de querer uno, cambió de idea cuando Rodrigo le dijo que podía llamarlo a cualquier hora, incluso cuando estuviera en el trabajo.

Tomaron un taxi para ir al centro comercial de la ciudad.

El lugar le resultaba completamente desconocido al híbrido. Habían cientos de personas yendo y viniendo, muchos entraban en las tiendas que estaban en los costados del lugar. Nunca había visto algo así.

Tomó a Rodrigo de la mano por miedo a perderse entre tanta gente.

─La tienda de celulares está arriba ─dijo Rodrigo y se dirigieron a las escaleras eléctricas.

A Iván le dio curiosidad lo extrañas que eran esas escaleras, por lo que al subir, se quedó mirando como los escalones desaparecían al llegar a la cima. Era impresionante, casi mágico.

Lo que no esperaba era toparse con un perro al llegar al segundo piso. Medía al menos medio metro y tenía la lengua afuera, por lo que se podían apreciar sus dientes grandes y afilados capaces de hacerlo pedacitos si tan solo estuviera en su forma gatuna.

El perro le ladró apenas percibió que era un híbrido de gato. Iván soltó un maullido de miedo al mismo tiempo que se subía encima de Rodrigo en posición nupcial.

─¡Rodri, corre!

─Iván, el perro tiene correa, no te va a hacer nada ─se quejó Rodrigo, sintiendo como Iván lo ahorcaba y rasguñaba.

El dueño del perro se dio cuenta de la situación y pidió disculpas antes de llevarse al perro lejos de Iván, quien aún tenía miedo de bajarse de los brazos de Rodrigo.

─No me dijiste que habían bestias pulgosas aquí ─dijo cuando pasó el susto.

─No creí que fuera importante ─se excusó─. ¿Quieres bajarte ya? No eres tan ligero como pareces.

Iván rió por lo bajo y se bajó.

Entraron a la tienda de celulares y Rodrigo le compró uno de un modelo similar al suyo, al igual que una línea telefónica.

─Gracias Rodri ─Iván se acercó a él y le dió un beso rápido en la mejilla que fue suficiente para ponerlo nervioso.

─¿Qué ha sido eso?

─Un beso ─dijo sonriendo─. ¿Te incomoda?

Rodrigo negó con la cabeza aún mareado por el beso y entonces fueron a la tienda de ropa.

Al entrar, el híbrido se quedó viendo toda la ropa que había en ese lugar. Imaginó como sería que toda fuera suya, pero entonces descartó la idea porque no entraría en el armario de Rodrigo.

Estaban en la sección de ropa de niños, donde la mayoría era de colores pasteles y suaves.

─Elige lo que te guste ─le dio luz verde y en cuestión de segundos, Iván desapareció de su vista.

Rodrigo lo siguió a duras penas, era demasiado rápido y escurridizo. Iván lo llevó a la sección de hombres, en donde se quedó admirando cada prenda de ropa con la que se topaba.

Escogió una sudadera de color rojo opaco que era justo de su talla.

Rodrigo se lo quedó mirando nostálgico. Su gatito estaba creciendo, ya no le gustaba la ropa grande y colorida, pensó, pero nunca lo diría en voz alta.

𝗬𝗢𝗨 𝗖𝗔𝗡 𝗦𝗧𝗔𝗬 (𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora