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Rodrigo compró las banditas en la tienda más cercana al parque y regresó.

En mitad del camino, se topó con un poste donde había un aviso pegado. No supo por qué, pero se detuvo a leerlo. En él estaba la imagen de un perro bastante parecido a Leo en su forma animal y un "se busca" acompañado de un número. No le quedaron dudas cuando leyó que el perro respondía al nombre de Leo.

No estaba seguro de si debía llamar, primero le gustaría preguntarle a Leo, por lo que arrancó el aviso del poste y lo guardó en su bolsillo.

─¿Pasó algo en lo que no estuve? ─cuestionó al llegar con los chicos, quienes parecían estar riéndose de algo. Eso confundió a Rodrigo.

─Para nada, Rodri ─contestó Iván con una sonrisa y una mirada cómplice que compartió con Leo.

Rodrigo asintió no tan seguro y le puso la bandita a Iván, quien le agradeció con una sonrisa.

Rodrigo y Leo anduvieron un rato en bicicleta mientras Iván los veía tranquilamente desde la banca. No quería acompañarlos no sólo por el dolor en su pie, sino también porque el trauma que le dejó esa caída le impediría montarse en una bici por un buen tiempo.

Devolvieron las bicicletas y pasaron lo que quedaba de la tarde sentados en la banca, hablando y riendo entre los tres. Rodrigo estaba feliz porque por primera vez, los dos híbridos se llevaban genuinamente bien.

𔘓

Fue cuestión de tiempo para que Iván y Leo formaran una gran amistad que crecía conforme pasaban los días. Les gustaba hacer casi todo juntos, como ver televisión, jugar a perseguirse por el departamento e incluso dormir en el sillón uno encima del otro.

Rodrigo había pasado a segundo plano. Ya no les importaba recibir su atención porque se tenían el uno al otro, sin embargo, Leo seguía durmiendo con él la mayor parte del tiempo porque el sillón era pequeño para dormir con Iván todos los días.

Pero no todo era color de rosa, pues aunque Leo era feliz viviendo con ellos, extrañaba a su verdadero dueño. Todas las noches se iba a dormir con la esperanza de que al día siguiente, él lo encontraría y lo llevaría a casa, tomarían chocolate caliente por las noches y se abrazarían hasta quedarse dormidos, pero ya habían pasado un par de meses desde que se extravió y aún no lo encontraba.

La idea de nunca más volver a verlo oprimía su pecho con fuerza.

La noche de un miércoles, Rodrigo había regresado del trabajo y él y Iván estaban sentados en el sillón, mirando una película. Leo se encontraba en el baño, dándose una ducha.

Cuando salió, fue al cuarto y abrió el armario para buscar ropa que ponerse. Tanteó en las sudaderas y entonces sus orejas se irguieron al escuchar el sonido de una hoja. La sacó como pudo del bolsillo de una chaqueta de Rodrigo, pensaba que era una factura o una servilleta, pero sus ojos se abrieron de par en par al ver que se trataba de un aviso de búsqueda... de él.

Germán sí lo estaba buscando.

Y Rodrigo lo sabía.

Salió de la habitación casi echando humo por las orejas y apagó la televisión de golpe, alarmando a Rodrigo y a Iván, quienes lo miraron buscando una explicación.

Leo extendió el aviso en la cara de Rodrigo, dejándolo frío.

─Puedo explicarlo.

─No puedo creer que me lo hayas ocultado ─dijo mientras negaba con la cabeza. La tristeza se podía percibir en su tono de voz.

─¿Me perdí de algo? ─preguntó Iván sin entender nada.

─Rodrigo ha sabido todo este tiempo que Germán me está buscando.

𝗬𝗢𝗨 𝗖𝗔𝗡 𝗦𝗧𝗔𝗬 (𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora