Un susurro apenas audible escapó de los labios de Iván ante el inminente aburrimiento en el que se veía envuelto.
Desde que se mudaron a ese nuevo departamento, Rodrigo estaba más serio y distante de lo usual. Apenas tenía tiempo para jugar porque se iba muy temprano y llegaba tarde, a eso de la noche. Para colmo, estaba tan agotado que rechazaba las invitaciones para jugar de Iván y en su lugar, se iba a dormir.
Las reglas sobre los lugares para dormir tampoco habían cambiado aún cuando estaban en un nuevo lugar. Iván dormía en el sillón de la sala, mientras que Rodrigo dormía en la cómoda cama de la habitación, lo que hacía que el híbrido sintiera a su humano aún más distante.
Y eso lo estaba matando de la tristeza.
Su única distracción eran las caricaturas infantiles que daban en esa tabla enorme y negra que Rodrigo llamaba televisión, y que si bien lo entretenían por unas cuantas horas, después se aburría.
Y es que unas simples caricaturas no podían reemplazar a Rodrigo.
Fue por eso que decidió ir a su habitación, en donde percibió su aroma intensificarse a un grado que pudo sentir que Rodrigo estaba junto a él. Buscó un lugar donde el aroma fuera más fuerte y encontró una pila de ropa sucia, impregnada con el delicioso olor de Rodrigo.
Tomó varias prendas y las esparció por la cama para darles una forma de nido en el que se echó. En las paredes de la habitación habían numerosos cuadros con imágenes de Rodrigo cuando era niño, entonces Iván cerró los ojos e imaginó que él estaba cerca, jugando a su lado.
No tardó en quedarse profundamente dormido por varias horas. Cuando despertó, era de noche y su humano aún no llegaba. Lo extrañaba tanto que sólo quería dormir y despertar cuando estuviera en casa.
Como si sus plegarias hubieran sido escuchadas, Rodrigo llegó de su trabajo de medio tiempo.
Iván se bajó de la cama a una velocidad increíble y lo recibió con un fuerte abrazo que tomó por sorpresa a Rodrigo, quien pudo notar que Iván se negaba a soltarlo.
─¿Por qué tardaste tanto, Rodri? Es muy tarde, como las ocho y veinte cuartos.
─Dudo mucho que esa sea la hora, Iván.
─¿No lo es? ─miró su pequeño reloj con orejitas como las suyas que Rodrigo había comprado por capricho suyo─ Pero aquí dice que son las ocho y veinte cuartos.
─Se dice ocho y veinticuatro. Veinte cuartos son como veinte habitaciones, ¿entiendes?
─Creo que sí ─murmuró─. El punto es que te extrañé mucho. ¿Dónde estuviste?
─Estaba trabajando como todos los días ─dijo sin más.
─Pero no me gusta que estés trabajando ─hizo una rabieta y a su vez, irguió sus orejas─. Todo el tiempo lo haces y ahora no tienes tiempo para mí.
─Pero Iván, es importante que vaya al trabajo ─trató de explicarle, pero la expresión de Iván le dijo que no serviría de nada. Él no entendía la importancia de que fuera a trabajar.
─¿El trabajo es más importante que yo? ─preguntó con los labios cerrados forzosamente.
─Claro que no, pero aún así es importante ─se sentó en el sillón─. Ven, te explicaré.
Palmeó sus piernas como una invitación a que Iván se sentara en ellas y eso fue lo que hizo. Pasó una pierna a cada costado de Rodrigo de forma torpe y lenta, quedando sentado encima de él, mirándolo a los ojos tan fijamente que logró que se sintiera intimidado.

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𝗬𝗢𝗨 𝗖𝗔𝗡 𝗦𝗧𝗔𝗬 (𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻)
Любовные романыRodrigo creyó haber adoptado a un gato común y corriente, pero se equivocó y ahora tendrá que aprender a lidiar con un chico de orejas peludas y una inocencia igual a la de un niño de cinco años. ⠀⠀★ ⸧⠀𝗮𝗱𝗮𝗽𝘁𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻〈 @pecalix 〉 ⠀⠀☆ ⸧⠀𝗿𝗼𝗺�...