19

5.3K 523 1.1K
                                    

Ese mes los gastos fueron un poco mayores y Rodrigo necesitaba trabajar horas extras el sábado para ganar dinero. Fue por eso que, aprovechando que Pedro también trabajaba los sábados y en el mismo local que él, acordaron que Tomás iría al departamento para jugar con Iván y hacerse compañía.

─¿Estás nervioso? ─preguntó Rodrigo al ver que Iván traía puesta su ropa preferida e incluso estaba peinado, lo cual casi nunca hacía.

─Para nada ─negó con una mueca que lo delató.

Rodrigo miró su reloj y suspiró.

─Ya deben estar por llegar.

El timbre sonó y Iván se levantó de un salto para ir a abrir la puerta. Ignoró completamente a Pedro y le dio un abrazo prolongado a Tomás.

─Hola Iván ─saludó el híbrido de zorro para luego quitarse el molesto gorro y entrar al departamento como si fuera su casa.

─¿Cómo estás, poste? ─preguntó Antonio y luego revolvió su cabellera negra, haciéndolo gruñir por lo mucho que le había costado peinarla.

Iván entró y se sentó en el sillón junto a Tomás.

─Hola Pedro ─dijo Rodrigo, estrechándole la mano.

─¿Estás listo?

─Sí, aguarda un segundo.

Rodrigo tomó su mochila y guardó las llaves en ella con pesar. Era el primer sábado que pasaría lejos de Iván y le preocupaba que este lo echara mucho de menos.

─Gatito, me voy ─se despidió, pero su sorpresa fue cuando el híbrido ni siquiera se levantó del sillón para abrazarlo.

─Está bien, adiós.

La simpleza con la que habló le demostró a Rodrigo que ya no necesitaba de él, pero no se iría sin haberse despedido, razón por la cual dejó un beso en su cabeza, justo en medio de sus orejas, provocándole cosquillas que le sacaron una sonrisa.

─Pórtate bien en lo que no estoy ─pidió Anto, dándole un piquito a Tomás.

─Volveremos en la tarde ─dijo Rodrigo y lo siguiente que se escuchó fue la puerta cerrándose.

─¿Qué quieres hacer? ─preguntó Iván en cuanto estuvieron solos.

─Lo que sea.

─No lo creo, Rodrigo me prohíbe hacer ciertas cosas.

─Vamos Iván, tenemos el departamento para nosotros solos, hoy no hay límites ─sonrió con malicia en sus ojos color miel.

Iván imaginó las posibles consecuencias que eso podría tener, pero tenía curiosidad por saber lo que se sentía romper las reglas al menos una vez.

Fueron al refrigerador de la cocina y Tomás comenzó a comerse todo lo que encontraba a su paso. Por otra parte, Iván apenas tomó un durazno y le dio un pequeño mordisco.

─¿Solo eso vas a comer? ─preguntó Tomás con las mejillas llenas de comida─ Hay de todo aquí adentro.

─Es malo comer en exceso ─dijo, recordando que Rodrigo se lo dijo una vez.

─¿Y qué? ─frunció el ceño. Luego tomó varias cajitas de leche─ ¿Te gustan?

─Sí, pero ya tomé una en la mañana.

─Bueno, hoy puedes tomar las que quieras ─le tendió al menos tres cajitas.

─No creo que deba.

─Claro que sí ─asintió con la cabeza, sus orejas de zorro moviéndose con ella─. No hay humanos en casa, podemos hacer lo que queramos.

𝗬𝗢𝗨 𝗖𝗔𝗡 𝗦𝗧𝗔𝗬 (𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora