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Pasaron las dos horas que debían esperar para que la pastilla anticonceptiva hiciera efecto.

Los ojos de Iván estaban atentos a cualquier movimiento que hacía Rodrigo, y es que la incertidumbre de no saber con exactitud a qué se refería cuando dijo que "lo ayudaría" lo estaba carcomiendo por dentro.

─¿Q-Qué vas a hacer? ¿Me vas a tocar? ─preguntó ansioso. Rodrigo negó con la cabeza.

─Haré algo más que eso.

─¿Algo más?

Rodrigo le respondió que sí y lo tomó de la mano para llevarlo a la habitación, donde cerró la puerta por inercia antes de girarse en dirección a Iván y acorralarlo de golpe contra la pared, observando durante escasos segundos sus ojos suplicantes antes de llevar la mano a la parte trasera de su cuello para atraerlo a su boca.

Iván dejó ir un suspiro al sentir la presión de los labios ajenos contra los suyos, acelerando su corazón y soltando un gemido involuntario cuando una mano escurridiza sujetó carne debajo de su espalda.

Rodrigo no tenía pudor alguno al recorrer toda la cavidad bucal de Iván con la lengua, degustando el ligero y suave sabor a durazno que tenía y que lo incitaba a seguir probando.

Iván estaba tan perdido en el placer que le provocaba Rodrigo sólo con sus labios y manos que se dejó hacer a su voluntad, explorando de vez en cuando la boca ajena con su lengua tímida.

Cuando no pudo retener más el aire en sus pulmones, se separó del beso para respirar hondo en un intento de regular su agitada respiración, pero Rodrigo no tenía compasión y besó su clavícula descubierta, donde succionó un poco con una sonrisa al sentir como el cuerpo de Iván se contraía.

Luego dejó un camino de pequeños besos y uno que otro chupetón en aquel lugar tan sensible que era su cuello.

─Rodr-, d-detente ─balbuceó, aunque su cuerpo reaccionando ante los estímulos del humano decían todo lo contrario.

Mientras tanto, las manos de Rodrigo se posaron en el trasero de Iván para apegar sus cuerpos de un sopetón, maldiciendo por lo bajo por la ola de calor que le provocó ese roce, mientras que Iván emitió un gemido y un orgasmo que lo dejó aturdido y con la respiración irregular.

─Qué rápido te corres ─susurró Rodrigo cerca de su clavícula, escabullendo la mano dentro de su mojado bóxer para rozar su miembro y torturarlo.

─N-No hagas eso... ─dijo con las piernas temblorosas.

─¿Me detengo? ─dejó de tocarlo, causando que los ojos del híbrido se abrieran de golpe por la repentina ausencia que lo invadió.

─¡No! Sigue ─suplicó mordisqueando sus labios, mismos que Rodrigo besó brevemente.

Lo empujó para que cayera acostado sobre la cama y lo ayudó a quitarse la poca ropa que traía puesta, dejando ver una figura delgada, de piel pálida y sonrojada en algunas partes. Se quedó unos segundos admirando la imagen frente a él. Su pecho subiendo y bajando a un ritmo descontrolado, sus labios hinchados y esos ojos dilatados que lo miraban ansiosos, se podían resumir en una sola palabra. Perfección.

Iván había tenido un orgasmo poco rato atrás pero ya estaba excitado otra vez. Era tan hermoso que de sólo mirarlo, el miembro de Rodrigo tuvo una sacudida.

─Ahora tú quítate la ropa ─Iván lo sacó de su burbuja, inquieto por ser el único que estaba desnudo.

─Quítamela tú ─sonrió con picardía, subiéndose encima de él para facilitarle el trabajo.

𝗬𝗢𝗨 𝗖𝗔𝗡 𝗦𝗧𝗔𝗬 (𝗿𝗼𝗱𝗿𝗶𝘃𝗮𝗻)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora