57; LA GUERRA Y LA PAZ

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LA GUERRA Y LA PAZ

Con la llegada de Vaemond las cosas se tensaron aún más en la fortaleza, Jacaerys y Lucerys se separaron de Rhaella dejándola con Aemond y se refugiaron de la tensión con el resto de sus primos

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Con la llegada de Vaemond las cosas se tensaron aún más en la fortaleza, Jacaerys y Lucerys se separaron de Rhaella dejándola con Aemond y se refugiaron de la tensión con el resto de sus primos. Rhaella, aún con la tensión visible en su cuerpo arrastró a su tío por la fortaleza sin importarle las miradas y los susurros, Aemond se dejó guiar por los pasillos sin una sola protesta. Si bien su madre había logrado oscurecer su corazón y llevarlo al borde de la locura, lo único que se mantenía intacto era su cariño por sus sobrinos y sus padres. No sabía a donde estaban yendo, pero confío en su sobrina, no pudo estar más que feliz cuando se detuvieron frente a una habitación y ella abrió la puerta revelando a Jaehaerys y Haelyn vigilando a Aemma.

—Miren a quien encontré—Rhaella lo empujo hacia adentro.

—Aemond—Haelyn fue hasta él saludándolo con un abrazo—, te extrañe.

—Yo también te extrañe, sobrina—el más alto beso la cabeza de la peliblanca regresando su abrazo.

—Siento que no deberíamos estar viendo esto—Jaehaerys le susurró a su esposa cuando llegó a su lado.

—Aemond, ¿Por qué no vienes a ver a Aemma?—Rhaella interrumpió el momento.

Haelyn se alejó de Aemond con las mejillas rojas y dejó que se acercará a Jaehaerys que tenía a Aemma en brazos. La niña lo miró con curiosidad y él sintió que algo en su interior se removía, su sobrina le sonrió y estiró su mano hacia él, Jaehaerys se movió con intenciones de acercar a la bebé, pero él se alejó. Aemma parpadeó mirándolo y su nariz se arrugó.

—Cárgala, harás que llore—presionó Rhaella.

—¿Y si la dejo caer?

—Cargabas a Alyssa cuando éramos niños—Jaehaerys lo miró sonriendo—, no vas a dejarla caer.

Aún con duda estiró sus manos agarrando el pequeño cuerpo de la niña que volvió a sonreír cuando se encontró en sus brazos. Por la esquina de su ojo Aemond pudo ver algo brillante y cuando giró la cabeza para poder ver de qué se trataba tuvo que contener la respiración por varios segundos. En la cuna de Aemma descansaba un huevo de dragón, negro y dorado, el mismo huevo que su padre había escogido para él y que nunca eclosionó. Verlo por primera vez en dos años le causó conflicto, cuando lo había enviado a Dragonstone solo pensaba protegerlo de su madre y su abuelo, el dragón que fuese a nacer de ese huevo no merecía estar en un lugar rodeado de personas que seguramente lo asesinarían en cuanto saliera de su cascarón.

—Aún no eclosiona—comentó acercándose—, pensé que ya habría eclosionado.

—Si hubiese eclosionado serías el primero en saberlo—Rhaella miró a su tío con nostalgia.

Los tres recordaban a Aemond corriendo por todos lados con el huevo entre sus brazos, siempre presumiendo que su papá lo había escogido para él. El peliblanco acomodo a Aemma en su brazo izquierdo y estiró el derecho para acariciar el huevo. Se sentía tibio bajo su tacto, como siempre cuando se encontraba entre sus brazos, recuerda haber discutido posibles nombres con su padre, pero nunca había escogido uno.

burning fire. (daemon targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora