18; LA HEREDERA DE JAEHAERYS

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LA HEREDERA DE JAEHAERYS

Fue casi una semana después del viaje a Driftmark que Cerys se vio rodeada de sus doncellas, cada una de ellas moviéndose con prisa para arreglarla

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Fue casi una semana después del viaje a Driftmark que Cerys se vio rodeada de sus doncellas, cada una de ellas moviéndose con prisa para arreglarla. Ese día ocurrirían dos cosas importantes, su nombramiento y la celebración del compromiso de Rhaenyra y Laenor. El vestido con el que la vistieron consistía en tres partes, una falda crema y sobre esta un vestido de tela roja que dejaba ver la falda por delante y por detrás, y para finalizar una capa negra que era sostenida en sus hombros por broches con los símbolos de las casas Targaryen y Arryn. La tela roja tenía dragones bordados en plata al final de la misma, como acostumbraban tener la mayoría de los vestidos que usaba. Su cabello fue trenzado y recogido en un moño antes de que las doncellas colocaran una especie de corona similar a la que Rhaenyra utilizó el día de su nombramiento, solo que la de ella era de plata, en su cuello descansaba un collar de acero valyrio con un rubí funcionando como dije. Esta vez, una de sus dagas colgaba de su cintura, la daga negra que el rey Jaehaerys le había dejado como herencia.

En medio de todo el caos la risa de sus hijos era como un bálsamo, ambos niños estaban entretenidos jugando frente al fuego en compañía de Haizea y Sunflare. La mujer se había integrado sin problemas al grupo de doncellas de Cerys lo que facilitaba su trabajo de cuidar a los niños, las doncellas habían recibido a los niños con brazos abiertos e incluso se habían encargado de callar a los demás sirvientes que se atrevían a hablar de los príncipes. En cuanto a la posición de los niños, ese mismo día el rey los presentaría de forma oficial a la corte, por eso ambos niños vestían de gala con los colores de la casa Targaryen. Rhaenyra no había podido acompañarla en el proceso de preparación ya que ella necesitaba vestirse también, cosa que tenía a las dos de mal humor, en parte.

Dándose una última mirada al espejo Cerys respiró profundo, las doncellas la miraron con orgullo, todas sintiéndose felices por su princesa. Haizea notando que ya estaba lista para salir se puso de pie tomando a Aiyana en brazos, Viserys siguió su ejemplo agarrando a Sunflare que se quejó al ser levantado de su lugar cerca del fuego. En ese momento la puerta se abrió revelando a Rhaenyra, la princesa estaba vestida con los colores de su casa, una sonrisa decorando su rostro.

—Te ves hermosa, hermana—la menor comentó—. ¿Estás lista?

—Gracias, Nyra—Cerys tomó la mano de Viserys cuando este se acercó a ella—. No creo estar lista nunca, no puedo creer que me estés haciendo esto.

—Tómalo como un pago por hacerme pasar por lo mismo—Rhaenyra recibió a Aiyana.

—Mi princesa, le deseo mucha suerte—Haizea le sonrió.

—Gracias, Haizea—la peliblanca le regresó la sonrisa.

Las tres abandonaron la habitación seguidas de sir Erryk que las escoltaría hasta la sala del trono. A medida que se acercaban las ganas de vomitar se apoderaban de Cerys, pero la mano de su hijo y los sonidos de sorpresa de su hija cada vez que veía algo interesante ayudaban a calmarla. Sus pasos se detuvieron frente a la puerta y los guardias asintieron hacia ellos antes de abrirlas y anunciar su entrada.

burning fire. (daemon targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora