Indeciso, le dije adiós con la mano y me marché, optando por evitar una conversación sobre el arte de cocinar. Bajé en el ascensor hasta la planta baja, y sonreí al portero cuando me mostró la salida
a la calle con un ademán.En cuanto puse un pie fuera, me invadieron los olores y sonidos de Manhattan, invitándome a explorar. No sólo había cruzado el país desde mi San Diego natal, sino que parecía estar en otro mundo. Dos importantes metrópolis, una de clima templado constante y pereza sensual, la otra rebosante de vitalidad y energía frenética. En mis fantasías, me imaginaba viviendo en un edificio sin ascensor en Brooklyn; sin embargo, como era una hijo obediente, me encontraba en el Upper
West Side. De no ser porque Ivan vivía conmigo, me habría sentido triste y solo en aquel amplio apartamento que, al mes, costaba más de lo que mucha gente ganaba en un año.El portero me saludó con una ligera inclinación de sombrero.
-Buenas tardes, joven Nnattawin. ¿Va a querer un taxi esta tarde?
-No, gracias, Paul. -Me balanceé sobre los mis deportivas-. Voy a caminar.
Él sonrió.
-Ha refrescado desde mediodía. Hará bueno.
-Me han dicho que disfrute del tiempo de junio, que luego empieza a hacer un calor de mil demonios.
-Le han aconsejado bien, joven Nnattawin.
Al salir de debajo del moderno y acristalado voladizo de la entrada, que de alguna manera
armonizaba con la edad del edificio y de sus vecinos, me recreé en la relativa tranquilidad de aquella
calle bordeada de árboles hasta llegar al ajetreo y el tráfico de Broadway. Confiaba en que algún día no muy lejano conseguiría integrarme, pero de momento me sentía como una impostor que se hacía pasar por neoyorquino. Tenía unas señas y un empleo, pero aún desconfiaba del metro y no me resultaba fácil parar un taxi. Procuraba no caminar distraído y con los ojos como platos, pero era
difícil. Había tanto que ver y experimentar...La percepción sensorial era asombrosa: el olor del escape de los vehículos mezclado con el de la comida de los carritos ambulantes, los gritos de los vendedores ambulantes unido a la música de los animadores de calle, la impresionante variedad de caras, estilos y acentos, las imponentes maravillas arquitectónicas... Y los coches. ¡Santo Dios! Nunca había visto nada semejante a aquel frenético torrente de coches apretados.
Siempre había alguna ambulancia, coche patrulla o camión de bomberos intentando abrirse paso
entre la avalancha de taxis amarillos con el aullido electrónico de sus ensordecedoras sirenas. Me
atemorizaban los pesados camiones de la basura que circulaban por pequeñas calles de un solo sentido y los conductores de reparto que desafiaban el denso tráfico para hacer frente a los estrictos plazos de entrega.Así que realmente tuve que hacer esfuerzos para tomarme las cosas con calma mientras me dirigía
al edificio donde iba a trabajar. Al menos, en lo que respectaba al empleo, me había salido con la mía. Quería ganarme la vida por méritos propios, y eso suponía un puesto de principiante. Empezaba a trabajar a la mañana siguiente como ayudante de Mark Garrity en Waters Field & Leaman, una de las agencias publicitarias más importantes de Estados Unidos. Mi padrastro, el megafinanciero
Rtrabajar a la mañana siguiente como ayudante de Mark Garrity en Waters Field & Leaman, una de las agencias publicitarias más importantes de Estados Unidos. Mi padrastro, el megafinanciero
Richard Stanton, se molestó cuando acepté el empleo, porque decía que si no fuera tan orgulloso podría haber trabajado para un amigo suyo y haberme beneficiado de ese contactoichard Stanton, se molestó cuando acepté el empleo, porque decía que si no fuera tan orgulloso podría haber trabajado para un amigo suyo y haberme beneficiado de ese contacto.
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NO TE ESCONDAS DE NADA
RomanceEs una historia donde Apo, despertará instintos que ningún otro hombre ha logrado.