Aquellas sencillas y escasas palabras me pusieron mimoso, a cien. Demasiado vulnerable.
-¿Qué es tan urgente?
-Ven conmigo a la cena benéfica esta noche.
Me eché hacia atrás, sorprendido y emocionado con la petición.
-¿Vas a ir?
-Y tú también. Lo he comprobado, al saber que tu madre estaría allí. Vamos juntos.
Me llevé una mano a la garganta, debatiéndome entre la extrañeza que me producía lo mucho que él sabía de mí y la preocupación por lo que me estaba pidiendo.
-No era a esto a lo que me refería cuando dije que debíamos pasar tiempo juntos.
-¿Por qué no? -Aquella sencilla pregunta estaba teñida de desafío-. ¿Qué problema hay en que vayamos juntos a un evento al que los dos íbamos a acudir por separado?
-No es que sea muy discreto. Se trata de un acto prominente.
-¿Y? -Mile dio un paso hacia mí y me toqueteó un rizo.
El peligroso susurro que había en su voz hizo que me estremeciera. Sentí la calidez de su enorme cuerpo macizo y percibí el aroma profundamente masculino de su piel. Estaba cayendo bajo su embrujo, cada vez más.
-La gente hará suposiciones, mi madre, sobre todo, que ya estará oliendo tu sangre de soltero en el agua.
Bajando la cabeza, Mile posó los labios en la curva de mi cuello.
-Me da igual lo que piense la gente. Sabemos lo que hacemos. Yo me encargaré de tu madre.
-Si crees que puedes... -dije con la respiración entrecortada-, no la conoces bien.
-Pasaré a recogerte a las siete. -Me pasó la lengua por la palpitante vena de la garganta y me fundí en él, con el cuerpo laxo al atraerme hacia él.
-Todavía no he dicho que sí -logré articular.
-Pero no vas a decir que no. -Me cogió el lóbulo de la oreja entre los dientes-. No te dejaré.
Abrí la boca para protestar y él me la selló posando sus labios sobre los míos, acallándome con un voluptuoso y húmedo beso. Movía la lengua despacio, saboreándome de tal manera que me hizo desear que me hiciera lo mismo entre las piernas. Las manos se me fueron a su pelo, acariciándolo, tirando de él. Cuando me rodeó con sus brazos, me arqueé, curvándome en sus manos.
Al igual que en su oficina, me tuvo boca arriba en el sofá antes de darme cuenta de que me estaba moviendo, tragándose con su boca mi sorprendido jadeo. La bata cedió a sus hábiles dedos, y a continuación me puso las manos en los pectorales, acariciándolos con suaves y rítmicos apretones.
-Mile...
-Shhh. -Me succionó el labio inferior, presionando y tirándome de mis sensibles botones-. Saber que no llevabas nada puesto debajo de la bata estaba volviéndome loco.
-Has venido sin... ¡Oh! ¡Oh, Dios!
Me rodeó un pezón con la boca, y aquella oleada de calor me produjo un velo de transpiración en la piel.
Nervioso, no dejaba de mirar la hora en el reloj del decodificador.
-Mile, no.
Levantó la cabeza y me miró con sus tormentosos ojos cafés.
-Es una locura, lo sé. No... No sabría explicarlo, Apo, pero tengo que hacer que te corras. Llevo días pensándolo constantemente.
Me metió una mano entre las piernas. Las abrí sin pudor, tan excitado mi cuerpo que me sentía arrebatado, casi febril. Con la otra mano seguía magreándome los pectorales, poniéndomelos duros e insoportablemente sensibles.
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NO TE ESCONDAS DE NADA
RomanceEs una historia donde Apo, despertará instintos que ningún otro hombre ha logrado.