CAP 35

797 64 5
                                    


Sentir sus dedos acariciándome la mejilla calmó gran parte de la palpitante inquietud que sentía en mi interior y dejó atrás la horrible ansiedad.

-No se trata de ese anillo -murmuró suavemente-. Todavía no. No estás preparado.

Algo en mi interior se marchitó. Después, el alivio me invadió. Era demasiado pronto. Ninguno de los dos estaba preparado. Pero si alguna vez me había preguntado si estaba profundamente enamorado de Mile, entonces lo supe.

Asentí.

-Ábrelo -dijo.

Con dedos cautelosos, me acerqué la caja y abrí la tapa.

-Vaya.

Entre la piel negra y el terciopelo había un anillo como no había visto otro. Dos tiras de oro que imitaban una cuerda se entrelazaban y estaban adornadas con diamantes en forma de equis.

Murmuré:

-Cadenas unidas por cruces.

Mile Phakphum.

-No exactamente. Para mí las cuerdas representan los muchos hilos que hay en ti, no implica nada de esclavitud. Pero sí, las equis son mi forma de aferrarme a ti. Como si fuese a través de mis uñas. -Se terminó la copa de vino y volvió a llenar las dos.

Yo me quedé sentado e inmóvil, sorprendido, tratando de asimilar todo aquello. Todo lo que había hecho mientras estábamos separados: las fotos, el anillo, el doctor Petersen, la réplica del dormitorio y quienquiera que hubiese estado siguiéndome. Todo ello me decía que nunca me había alejado de su mente, si es que alguna vez me había salido de ella.

-Me devolviste las llaves -susurré, recordando aún aquel dolor.

Estiró la mano y cubrió con ella la mía.

-Hay muchas razones por las que lo hice. Te fuiste sin llevar nada puesto más que una bata, Apo, y sin tus llaves. No puedo soportar pensar qué habría ocurrido si Iván no hubiese estado en casa para dejarte entrar en ese momento.

Levantando su mano hasta mi boca, la besé y luego la solté y cerré la tapa de la caja.

-Es precioso, Mile. Gracias. Significa mucho para mí.

-Pero no te lo pones. -No era una pregunta.

-Después de la conversación que hemos tenido esta noche, me parece más como un collar de perro.

Unos segundos después, asintió.

-No te equivocas del todo.

Me dolía el cerebro y el corazón. Cuatro noches durmiendo inquieto no ayudaban. No podía comprender por qué pensaba que yo era tan necesario aun cuando yo sentía lo mismo por él. Había miles de mujeres y hombres sólo en Nueva York que podrían ocupar mi puesto en su vida, pero solamente había un Mile Phakphum.

-Siento como si te estuviera decepcionando, Mile. Después de todo lo que hemos hablado esta noche... Creo que éste es el principio del fin.

Apartando su silla, se inclinó sobre mí y me acarició la mejilla.

-No lo es.

-¿Cuándo vamos a ver al doctor Petersen?

-Los martes iré yo solo. Después de que tú hables con él para la terapia de parejas, podemos ir juntos los jueves.

-Dos horas a la semana, todas las semanas. Sin incluir el camino de ida y el de vuelta. Eso es comprometerse mucho. -Levanté la mano y le aparté el pelo de la mejilla-. Gracias.

NO TE ESCONDAS DE NADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora