Mile se plegó sobre mí con el pelo cayéndole hacia adelante y haciéndome cosquillas en el pecho y con los pulmones agitándose con fuerza.
-Dios, no puedo pasar un solo día sin esto. Incluso las horas del trabajo se me hacen demasiado largas.
Pasé los dedos por las raíces de su cabello, húmedas por el sudor.
-Yo también te he echado de menos.
Me acarició los botones con la nariz.
-Cuando no estás conmigo, siento que... No vuelvas a marcharte, Apo. No puedo soportarlo.
Me levantó para tenerme delante de él, ocultando su polla dentro de mí hasta que las suelas de mis zapatos tocaron el suelo de parqué.
-Ven conmigo a casa ahora.
-No puedo dejar a Iván.
-Entonces nos lo llevaremos con nosotros. ¡Shh! Antes de que protestes, lo que sea que él desee sacar de esta fiesta puedo conseguírselo yo. Quedándose aquí no va a lograr nada.
-Quizá se esté divirtiendo.
-No quiero que estés aquí. -De repente, parecía distante, con un tono de voz demasiado controlado.
-¿Sabes cuánto me duele que digas eso? -protesté en voz baja sintiendo un fuerte dolor en el pecho-. ¿Qué tengo de malo para que no quieras que me acerque a tu familia?
Me abrazó y sus manos vagaron por mi espalda con dulces caricias.
-No, cielo. Tú no tienes nada de malo. Es esta casa. No... no puedo estar aquí. ¿Quieres saber qué es lo que pasa en mis sueños? Es esta casa.
-Vaya. Lo siento, no lo sabía. -Sentí en el estómago un nudo de preocupación y confusión.
Algo en mi voz hizo que me diera un beso en el entrecejo.
-Hoy he sido brusco contigo. Perdona. Me pongo tenso y nervioso cuando estoy aquí, pero eso no es excusa.
Coloqué las manos en su rostro y lo miré a los ojos, viendo las tumultuosas emociones que tan acostumbrado estaba a ocultar.
-No te disculpes nunca por mostrarte conmigo tal cual eres. Eso es lo que quiero. Quiero ser el lugar donde te sientas seguro, Mile.
-Lo eres. No sabes cuánto, pero encontraré el modo de decírtelo. -Apoyó su frente sobre la mía-. Vámonos a casa. Te he comprado unas cosas.
-¿Sí? Me encantan los regalos. -Sobre todo si procedían de mi autoproclamado novio nada romántico.
Con cuidado, empezó a salirse de mí. Me sorprendió ver lo húmedo que estaba, lo mucho que se había corrido. Los últimos centímetros de su polla salieron precipitadamente y el semen manchó la parte interna de mis muslos. Un momento después, dos insolentes gotitas cayeron sobre el suelo de parqué entre mis piernas extendidas.
-Ay, mierda -gruñó-. Eso ha sido jodidamente excitante. Se me está poniendo dura otra vez.
Me quedé mirando la descarada manifestación de su virilidad y sentí calor.
-No puedes hacerlo otra vez después de esto.
-¡Cómo que no puedo?
Colocando la palma de la mano en mi sexo, frotó la humedad por mi cuerpo, cubriendo y masajeándolo. La euforia se extendió por mi cuerpo como el calor de un buen licor, una sensación de satisfacción que procedía únicamente de saber que Mile había encontrado el placer en mí y en mi cuerpo.
-Me convierto en un animal contigo -murmuró-. Quiero marcarte. Quiero poseerte tan completamente que no haya separación entre los dos.
Empezó a mover la cadera en diminutos círculos mientras sus palabras y caricias volvían a avivar el deseo que había provocado con los embistes de su polla. Yo quería correrme otra vez, sabía que me sentiría un desgraciado si tenía que esperar hasta llegar a su cama. Con él, yo era también una criatura sexual con la que tenía tal sintonía física y tan positiva que nunca me haría daño físicamente, que me haría sentir... libre.
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NO TE ESCONDAS DE NADA
Lãng mạnEs una historia donde Apo, despertará instintos que ningún otro hombre ha logrado.