—¿Apo? —preguntó Christopher.
Tragué saliva.
—¿Sí?
—¿Estás bien?
Mile corrigió su postura y eso hizo que su polla se moviera dentro de mí golpeando mi palpitante entrada con su pene.
—S-sí. Sólo estamos... hablando. Sobre... la cena. —Cerré los ojos mientras el dedo de Mile rozaba el delgado muro que lo separaba de su pene. Si volvía a darme en mi prostata, me correría. Estaba demasiado cerca como para detenerlo.
El pecho de Mile vibró bajo mi mejilla al hablar.
—Terminaremos antes si te vas, así que dime qué necesitas.
—Mamá te está buscando.
—¿Para qué? —Mile volvió a moverse, rozando mi entrada a la vez que hincaba rápida y profundamente su dedo en mi culo.
Llegué al orgasmo. Temiendo el gemido de placer que deseaba sacar de mí, hundí los dientes en el fuerte pectoral de Mile. Él emitió un suave gruñido y empezó a correrse, sacudiendo su polla mientras bombeaba densos chorros de semen dentro de mí.
El resto de la conversación se perdió bajo el fragor de mi sangre. Christopher dijo algo, Mile contestó y, a continuación, la puerta se volvió a cerrar. Mile me levantó para apoyarme sobre el brazo del sofá y empezó a dar embestidas entre mis piernas abiertas, usando mi cuerpo para terminar con el resto de su orgasmo mientras gruñía en el interior de mi boca, terminando así el encuentro sexual más salvaje y exhibicionista de mi vida.
Después de aquello, Mile me llevó de la mano al baño donde enjabonó ligeramente una toallita y me limpió entre las piernas antes de prestar la misma atención a su polla. El modo en que me cuidó fue dulce e íntimo, y demostró una vez más que por muy primario que fuera su deseo de mí, me quería.
—No quiero que volvamos a pelearnos —dije en voz baja desde mi posición en la barra.
Lanzó la toalla por una rampa oculta para la ropa sucia y se subió la cremallera. Entonces, se acercó a mí y me pasó sus dedos fríos por la mejilla.
—No nos peleamos, cielo. Simplemente tenemos que aprender a no espantarnos el uno al otro.
—Haces que parezca muy fácil —refunfuñé. Considerar que alguno de los dos fuera virgen sería ridículo, pero emocionalmente es eso lo que éramos. Andando a tientas en la oscuridad y demasiado ansiosos, sin entender nada en absoluto y cohibidos, tratando de impresionar y sin hacer caso a los sutiles matices.
—Si es fácil o difícil, no importa. Superaremos esto porque tiene que ser así. —Hundió los dedos entre mi pelo, volviendo a peinármelo—. Lo hablaremos cuando lleguemos a casa. Creo que he descubierto el meollo de nuestro problema.
Su convicción y determinación calmó la agitación que había estado sintiendo los últimos días. Cerré los ojos, me tranquilicé y disfruté del placer táctil de que estuviera jugando con mi pelo.
—Parece que tu madre se ha sorprendido al ver al verme.
—¿Sí?
—Mi madre también lo estaba —aclaré—, sino porque tuvieras interés en alguna.
—¿De verdad?
—¡Mile!
—¿Ajá? —Me dio un beso en la punta de la nariz y bajó las manos por mis brazos.
—No soy el tipo de chico que normalmente buscas, ¿no?
Me miró sorprendido.
—Tengo un solo tipo: Apo Nnattawin. Éso es.
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NO TE ESCONDAS DE NADA
RomanceEs una historia donde Apo, despertará instintos que ningún otro hombre ha logrado.