CAP 11

980 79 6
                                    

-Hola, nene -me saludó Ivan poniéndose de pie-. Tenía la esperanza de que llegases antes de que Trey se marchara.

-Tengo clase dentro de una hora -explicó Trey, rodeando la mesa, mientras yo dejaba la bolsa de los zapatos en el suelo y el bolso sobre un taburete en el mostrador de desayuno-, pero me alegro de haber podido conocerte antes de irme.

-Yo también. -Le estreché la mano que me tendió y, de paso, le estudié de un vistazo. Era de mi edad aproximadamente, estatura media y agradablemente musculosa. Tenía un rebelde pelo rubio y los ojos color avellana. En cuanto a la nariz, se le debía de haber roto en alguna ocasión, eso resultaba evidente.

-¿Qué os parece una copa de vino?

-Me apunto -contestó Trey.

-Yo tomaré una también. -Ivan se unió a nosotros en el mostrador de desayuno. Llevaba unos vaqueros negros y un jersey de los que dejan los hombros descubiertos del mismo color, con un aire informal y elegante que armonizaba maravillosamente con el pelo castaño oscuro y los ojos verde esmeralda.

Abrí la vinoteca y saqué una botella cualquiera.

Trey, con las manos en los bolsillos de los pantalones, se balanceaba sobre los pies y charlaba en voz baja, mientras yo descorchaba la botella y servía.

Entonces, sonó el teléfono y yo descolgué el auricular de la pared.

-¿Sí?

-Hola, Apo. Soy Parker Smith.

-Hola, Parker, ¿qué tal?

-Espero no molestarte con mi llamada. Tu padrastro me ha dado el número.

Ah. Ya había tenido yo bastante Stanton para un día.

-Claro que no me molesta, ¿ocurre algo?

-¿Sinceramente? Bueno, pues parece que las cosas ahora van bien. Tu padrastro es como mi hada madrina. Está financiando unas cuantas mejoras en la seguridad del gimnasio y algunas modernizaciones que hacen mucha falta. Por eso te llamo. El centro va a estar cerrado unos días. Volvemos a abrir dentro de una semana, a contar desde el lunes.

Cerré los ojos y traté de reprimir un ramalazo de ira. Pero Parker no tenía la culpa de que Stanton y mi madre fueran dos maníacos superprotectores empeñados en controlarme. No veían lo irónico que resultaba que me defendieran estando rodeado de personas tan cualificadas para hacerlo.

-Fantástico. Estoy deseando ir a entrenarme con vosotros.

-Yo también. Voy a darte caña, Apo. Tus padres darán el dinero por bien empleado.

Puse un vaso delante de Ivan y tomé un buen sorbo del mío. No dejaba de sorprenderme toda la colaboración que podía comprarse con dinero. Pero Parker no tenía la culpa.

-Por mí, fenomenal.

-Empezaremos contigo en cuanto abramos la próxima semana. Tu chófer tiene el horario.

-Muy bien. Pues hasta entonces. -Colgué el auricular y capté la mirada, dulce y amorosa, que Trey le dirigió a Ivan cuando creía que no le veíamos ninguno de los dos. Me hizo pensar que mis problemas podían esperar-. Trey, siento mucho que tengas que marcharte. ¿Puedes venir el miércoles a cenar pizza? Me gustaría que hiciéramos algo más que decirnos hola y adiós.

-Tengo clase -me sonrió, con cara de pena, y miró otra vez a Ivan de soslayo-, pero podría venir el martes.

-Perfecto. Encargamos la comida y nos vemos una película.

-Me encanta la idea.

Ivan me premió tirándome un beso cuando acompañó a Trey hasta la puerta. Cuando volvió a la cocina, cogió su vaso de vino y dijo:

NO TE ESCONDAS DE NADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora