-Perdonen. -Me retiré de la mesa y busqué a Mile. Lo vi en la barra y fui hacia él.
Justo en ese momento, él se alejaba del camarero con dos copas en las manos cuando lo intercepté. Cogí mi copa y me la bebí de un trago. Lo dientes me dolieron cuando los cubitos de hielo chocaron contra ellos.
-Apo... -Había en su voz un suave toque de reprensión.
-Me voy -dije de plano, rodeándolo para dejar la copa sobre la barra-. A esto no lo considero salir huyendo porque te lo estoy diciendo por adelantado y te estoy dando la opción de que te vengas conmigo.
Dejó escapar un fuerte suspiro y pude ver que entendía mi mal humor. Sabía que yo lo sabía.
-No puedo irme.
Me di la vuelta.
Él me agarró del brazo.
-Sabes que no puedo quedarme si te vas. Estás enfadado por nada, Apo.
-¿Nada? -Me quedé mirando cómo su mano me agarraba-. Te advertí que me puedo enfadar y que soy celoso. Esta vez me has dado un buen motivo.
-¿El hecho de que me hayas avisado es excusa para que actúes de una forma tan ridícula? -Tenía el rostro relajado y hablaba en voz baja y tranquilo. Nadie que mirara desde cierta distancia distinguiría la tensión que había entre los dos, pero sí que se veía en sus ojos. Un deseo ardiente y una ira gélida. Se le daba muy bien combinar las dos cosas.
-¿Quién está siendo ridículo? ¿Qué me dices de Daniel, el entrenador? ¿O de Martin, un miembro de mi familia? -Me acerqué y le susurré-: Nunca he follado con ninguno de los dos, y mucho menos tenía pensado casarme con ellos. ¡Y desde luego, no hablo con ellos cada maldito día!
De repente, me agarró de la cintura y tiró de mí con fuerza apretándome contra él.
-Necesitas que te folle ahora -me susurró al oído pegando sus dientes al lóbulo de mi oreja-. No debería haberte hecho esperar.
-Quizá lo tenías planeado -le espeté-. Reservándote por si acaso brotaba en tu vida una antigua llama y preferías follártela a ella en lugar de a mí.
Mile dejó su copa, me sujetó a su lado por la cintura con brazo férreo y me condujo hacia la puerta a través de la multitud. Sacó del bolsillo su teléfono móvil y pidió que le trajeran la limusina. Cuando llegamos a la calle, el largo y elegante coche ya estaba allí. Mile me empujó para que entrara por la puerta que Angus mantenía abierta.
-Da vueltas a la manzana hasta que te diga -le dijo.
A continuación, él entró justo después que yo, tan cerca que pude sentir su respiración sobre mi cuello desnudo. Yo me moví hacia el asiento de enfrente, decidido a apartarme de él...
-Quieto -dijo con brusquedad.
Hundí mis rodillas sobre el suelo enmoquetado respirando con dificultad. Podría correr hasta los confines de la tierra y, aun así, no podría escapar del hecho de que Corinne Giroux tenía que ser mejor para Mile de lo que yo era. Era calmada y simpática, una presencia balsámica incluso para mí, la persona que se asustaba ante la inoportuna realidad de su simple existencia. Mi peor pesadilla.
Su mano se retorció entre mi pelo, dominándome. Sus piernas extendidas rodearon las mías y apretó la mano de forma que mi cabeza estaba inclinada ligeramente hacia atrás y tocaba su hombro.
-Voy a darte lo que los dos necesitamos, Apo. Vamos a follar todo el tiempo que haga falta para enfriarnos lo suficiente para ir a cenar. Y no te vas a tener que preocupar por Corinne, porque mientras ella está en el salón de baile, yo voy a estar dentro de ti.
ESTÁS LEYENDO
NO TE ESCONDAS DE NADA
RomanceEs una historia donde Apo, despertará instintos que ningún otro hombre ha logrado.