CAP 37

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Él se acercó con un paso sensual, que insinuaba lo genial que era en la cama.

-No lo sientas. Hoy ha sido el mejor día de mi vida.

-¿De verdad? -Vi cómo se ponía el anillo en el dedo anular de su mano derecha-. Quería agradarte. ¿Se ajusta bien? He tenido que adivinar...

-Es perfecto. Tú eres perfecto -Mile me agarró de las manos y me besó el anillo y, después, me miró mientras yo repetía el mismo gesto-. Lo que tú me haces sentir, Apo... duele.

Me dio un vuelco el corazón.

-¿Tan malo es?

-Es maravilloso. -Colocó mi cara entre sus manos y el frío del anillo sobre mi mejilla. Me besó apasionadamente, con sus labios solícitos contra los míos y hundiendo la lengua en mi boca con gran habilidad.

Yo quería más, pero me contuve, pensando que ya me había pasado suficiente para un día. Además, él se había distraído con mi inesperada aparición y no cubrió la pared de cristal para que tuviéramos algo de privacidad.

-Vuelve a decirme lo que me dijiste en el coche -susurró.

-Pues... no sé. -Le pasé la mano que tenía libre por el chaleco. Tenía miedo de volver a decirle que le quería. La primera vez le había afectado mucho y yo no estaba segura de que él hubiese comprendido del todo lo que eso significaba para los dos. Para él-. Eres terriblemente guapo, ¿sabes? Cada vez que te veo supone para mí un golpe a traición. De todos modos... No quiero arriesgarme a espantarte.

Inclinándose hacia mí, acarició mi frente con la suya.

-Te arrepientes de lo que has dicho, ¿no? Todas esas flores, el anillo...

-¿Te ha gustado de verdad? -pregunté inquieto, dando un paso hacia atrás para examinar su cara y ver si decía la verdad-. No quiero que lo lleves si no te gusta.

Pasó los dedos por mi oreja.

-Es perfecto. Es tal y como me ves. Estaré orgulloso de llevarlo.

Yo estaba encantado de que lo tuviera. Por supuesto, era así porque él me tenía a mí.

-Si estás tratando de suavizar el golpe por retirar lo que has dicho... -empezó a decir, mientras su mirada delataba una sorprendente inquietud.

No pude resistir la ligera súplica que había en sus ojos.

-Cada palabra es real, Mile.

-Te obligaré a decirlo otra vez -amenazó con seductor ronroneo-. Vas a gritarlo cuando haya acabado contigo.

Sonreí y di un paso atrás.

-Vuelve al trabajo, malo.

Me miró mientras yo me acercaba a la puerta.

-Te llevaré a casa a las cinco. Quiero tu coño desnudo y húmedo cuando bajes al coche. Si te tocas antes, no vayas a correrte o habrá consecuencias.

Consecuencias. Un pequeño escalofrío me atravesó el cuerpo, pero era capaz de soportar ese temor. Confiaba en que Mile supiera cuánto podía presionarme.

-¿La tendrás dura y dispuesta?

Una sonrisa sardónica se formó en sus labios.

-¿Cuándo no lo estoy contigo? Gracias por el día de hoy, Apo. Por cada minuto.

Le lancé un beso y vi cómo sus ojos se oscurecían. Su mirada permaneció conmigo durante el resto del día.

Dieron las seis antes de que me pusiera en marcha hacia mi apartamento en un estado de desaliño tras haber sido bien follado. Sabía lo que se me venía encima cuando al salir del trabajo vi en la acera la limusina de Mile en lugar del Bentley. Él casi me abordó cuando subí a la parte de atrás y, a continuación, procedió a demostrar sus fenomenales habilidades orales antes de clavarme al asiento con un enérgico entusiasmo.

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