Mile se pasó la mano por el pelo y dijo con aspereza:
-No hablarás en serio.
De repente me sentía muy cansado, exhausto de luchar conmigo mismo por su culpa.
-Sí que hablo en serio. Tú y yo... fue un error.
-No, el error estuvo en la forma en que yo llevé la situación después -replicó, con las mandíbulas crispadas.
Me quedé sorprendido por la vehemencia de su protesta.
-No hablaba de sexo, Mile, sino de mi conformidad con este absurdo acuerdo de «desconocidos con derecho a roce» que hay entre nosotros. Sabía que todo era una equivocación desde el principio. Debería haber hecho caso a mi intuición.
-Apo, ¿tú quieres estar conmigo?
-No, eso es lo que...
-No de la manera de la que hablamos en el bar. Más que eso.
Empecé a sentir palpitaciones.
-¿A qué te refieres?
-A todo. -Se separó de la barra y se acercó a mí-. Yo sí quiero estar contigo.
-Pues el sábado no lo parecía. -Me crucé de brazos.
-Estaba aturdido.
-¿Ah, sí? Yo también.
Dirigió las manos a las caderas; luego, cruzó los brazos, como yo.
-Por Dios, Apo...
Le veía afectado y sentí un destello de esperanza.
-Si es eso todo lo que tienes que decir, hemos terminado.
-¡Y una mierda hemos terminado!
-Hemos llegado a un callejón sin salida, si cada vez que nos acostamos tú te vas a dedicar a hacerte pajas mentales.
Era evidente que se esforzaba por encontrar las palabras adecuadas.
-Estoy acostumbrado a llevar las riendas, lo necesito. Y tú me lo fastidiaste en la limusina; no me sentó bien.
-¿Ah, sí?
-Apo, nunca he experimentado algo como aquello. No creía que me fuera posible. Y, ahora que lo conozco..., tengo que tenerlo, tengo que tenerte a ti.
-Mile, es sólo sexo. Super estupendo, sí, pero eso no puede joderte la cabeza cuando las personas que intervienen no son adecuadas la una para la otra.
-Tonterías. He admitido que metí la pata y no puedo cambiar lo que ocurrió, pero estoy seguro como que la mierda termina meada de que quieres cortar conmigo por aquello. Expusiste tus normas y yo traté de adaptarme a ellas, pero tú no quieres hacer ni lo más mínimo por adaptarme a mí. Tenemos que encontrarnos a medio camino. -Tenía la cara rígida por la frustración-. Cede un poco.
Le observé detenidamente, intentando comprender qué estaba haciendo y adónde quería llegar.
-¿Qué pretendes, Mile? -le pregunté suavemente.
Me sujetó la cara con la mano.
-Pretendo seguir sintiéndome como cuando estoy contigo. Sólo tienes que decirme lo que debo hacer. Y dame un margen de error. No he hecho esto nunca en mi vida, y siempre hay una fase de aprendizaje.
Le tanteé el corazón y comprobé que latía impetuosamente. Era impaciente y apasionado, y eso me encendía. ¿Cómo tenía que responderle? ¿Con la razón o con el corazón?
-¿Qué es lo que no has hecho nunca?
-Lo que sea necesario para pasar contigo el mayor tiempo posible. En la cama y fuera de la cama.
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NO TE ESCONDAS DE NADA
RomanceEs una historia donde Apo, despertará instintos que ningún otro hombre ha logrado.