Capítulo #7

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|Demasiado cerca|

Habían pasado 21 años desde la última vez que nos vimos, apenas podía acostumbrarme a su cambiado rostro, a su voz, más grave que la última vez que me habló, pero con la misma actitud al hablar, parecía que realmente no había cambiado nada. A diferencia de mí, yo hace mucho tiempo que dejé de sentirme como antes, las experiencias suelen cambiar drásticamente a las personas, sobre todo cuando te dejan cicatrices. En cambio él, se veía como si nada le hubiera afectado, se suponía que hoy era el sexto aniversario de su esposa fallecida y no sé si era mi imaginación pero no lograba sentir ni una pizca de vulnerabilidad, ni siquiera cuando hablaba sobre los momentos que tuvo con ella.

Me había contado que tenían tres hermosos hijos, habían tenido hijos, no era un dato sorprendente porque ya lo sabía pero, por la forma en que hablaba, se notaba lo mucho que amaba a su familia. Ellos parecían ser su más grande prioridad, sus hijos.

Por muy estúpido que suene esto, tenía la ilusión y la esperanza de que algo dentro de él se activara de repente y pudiera reconocerme. Pero a sus ojos yo parecía una completa extraña que acababa de conocer, y eso inevitablemente me dolió, es ridículo porque realmente ya no me importa, no debería. Sus ojos ya no tenían ese brillo que una vez tuvo conmigo, todo parecía ser una simple interacción de dos personas que trataban de conocerse mejor.

Me hablaba de sus gustos e intereses con entusiasmo, a lo que se dedicaba y dónde vivía. La conversación era agradable, pero me era inevitable no recordar lo que éramos antes de todo lo vivido. No estaba hablando con el Esteban que una vez conocí, ahora tenía una versión completamente diferente de él, y lo entiendo, obviamente no seguiría siendo el mismo.

La nostalgia es uno de los sentimientos más agridulces que se puede sentir. Por un lado están los bellos recuerdos, y por el otro todo lo que no pudo seguir siendo.

__Tengo que ir al baño, ¿Me disculpas?

__Por supuesto.

No me sentía bien, tenía que irme de aquí. ¿Por qué acepté esta mierda?

Si bien Gaspar había decidido confiar ciegamente en mí para esto, yo no estaba obligada a aceptar. Pero, ¿Por qué sentía que si?

Desde que comencé a ejercer como abogada, siempre he sido muy profesional, jamás dejaba que mi sentir se interpusiera en mis deberes laborales. Era la primera vez que algo me afectaba tanto, incluso comenzaba a dudar de mis capacidades y eso me preocupaba, ya no me sentía tan poderosa y segura como antes.

¿Cómo una persona lograba afectarte tanto?.. Habían pasado demasiados años, no debería afectarme, no debería permitirlo. Pero, ¿Cómo se lograba olvidar a alguien? Quizás la que estaba mal era yo, realmente nunca traté mis problemas, jamás me atreví a tomar terapia.

Estos minutos charlando con Esteban, escuchando su historia, me hizo darme cuenta de que nuestras vidas realmente tomaron rumbos demasiado diferentes. Nunca me detuve a pensar que era de su vida, siempre me quedé con los recuerdos que tuve de él, más no pude imaginar más allá, jamás pude llenar mi cabeza de expectativas, me negué demasiado a hacerlo. Y ahora, ahora me daba cuenta de lo mucho que pudo cambiar su vida, de todo lo que pudo hacer y lograr. Mis éxitos eran relativamente bajos a comparación de los suyos.

Se casó, él se volvió a enamorar, tuvo hijos y laboralmente le fué muy bien. Tenía una gran vida después de todo. Y me alegraba pero también sentía envidia, era estúpido porque hasta ahora siempre me había sentido satisfecha con todo lo que había logrado, y ahora no sabía porque me afectaba tanto, o porqué me sentía tan poco complacida.

Quizás realmente nunca le importé tanto como para que yo pudiera afectarle a futuro.

La fresca brisa de otoño hacía que mi cuerpo temblara. Decidí salir al balcón del segundo piso, era el único lugar donde no habían personas con quiénes toparme, y pues obviamente no había porque hacía un frío de mierda. Pero prefería esto que volver a dentro. Era un lugar ideal para pensar, aclarar ideas y enfriar la mente. Solo la hermosa luna llena era la única compañía que no podía molestarme. Afortunadamente el lugar no estaba tan cerca de la cuidad por lo que apenas y se podían escuchar las ruidosas y molestas sirenas que siempre hacían compañía a la cuidad.

|Epifanía|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora