Capítulo #29

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|Tentación|

28 de Diciembre
7:35 p.m.

Una vez que se levantaba en la mañanas, mientras yo seguía "dormida" y podía sentir como su miraba penetraba en mí, podía pasar incluso una hora observándome, al parecer ya era una nueva costumbre suya, pero, aún no se lo reclamaba.

Fui una ilusa al creer que luego de aquel suceso, todo seguiría normal, pero ahora era mucho peor que antes. Las miradas de incomodidad, cada vez que nos teníamos que forzar en actuar como una pareja de lo más enamorada, y lo peor llegaba cuando estábamos juntos y solos en la habitación, cuando teníamos que fingir que nada de lo anterior había pasado, aún cuando nos era incómodo estar tan solo un metro cerca.

Definitivamente, esto era mucho más tortuoso y mucho peor que cuando surgían las discusiones. El silencio se vuelve mucho más tortuoso cuando ya existen roces que hagan que cualquier momento fuera una eterna incomodidad, y te sientes en la constante necesidad de hacer o decir hasta la más gran tontería con tal de calmar las olas.

Las preguntas eran algo típicas, siempre me preguntaba sobre si había comido y qué había comido con exactitud, y algo que no podía faltar era su insistente recordatorio para que tomara mis medicinas. Su actitud no dejaba de ser amable y su comportamiento se había vuelto más agradable, y sobre todo servicial.

Creo que se culpaba por lo de esa noche, por haberme dejado sola, y eso explicaba mucho su preocupación. Quería decirle lo agradecida que me sentía por su atención a mí, pero lo más que quería evitar era volver a cometer ese mismo error, igual que aquel día. Así que, lo mejor era esto, tratar de evitarnos y hablar solo lo necesario.

Tenía razón cuando me dije que probablemente me arrepentiría de lo ya hecho, pero no me importó, supongo que mis hormonas se decidieron a jugar con mis sentimientos hacia él, y eso hizo que se desatara todo.

__Sentemonos aquí.__ Señaló Alba, a una de las tantas mesas del pequeño restaurant.

Habíamos acordado almorzar o cenar juntas aunque sea tres veces por semana. Mañana se volvía a España, para pasar el Año Nuevo con su familia. Un mesero se dirigió a nosotras tan rápido tomamos asiento.

__¿Qué desean ordenar?__ Un mesero se detiene en nuestra mesa.

Alba empieza a dictar todo lo que quiere en su plato, cuando tiene hambre su estómago no juega. Mientras que yo, observo el menú sin tantos ánimos. Aunque mi apetito había aumentado un poco, mis decaídas seguían, y mi animo no ayudaba mucho. Me fui a la sesión de las pastas, era lo que más podía soportar. El mesero se retira una vez termina de tomar nuestras órdenes.

__Hey, ¿sigues con esa actitud, mujer? Antes eras aburrida pero ahora te volviste el ser más deprimente que he conocido.__ Le pateo el pie por debajo de la mesa, esta se queja prosiguiendo a sacarme el dedo medio.__ Te ofendes por la verdad.

__No estoy deprimida, es que son muchas cosas últimamente. Solo estoy estresada.

__Ya veo que eso de ser madrastra no te va nada bien. Te entiendo, yo tampoco lo soportaría.

__En realidad no es tanto eso, los niños son el menor de mis problemas. No son los típicos niños malcriados que suelen odiar a cualquier mujer cerca de su papi, aunque hago una pequeña excepción hacia la mayor, pero el resto está siendo agradable. Esteban hizo un gran trabajo como padre, es admirable lo bien que los trata y educa, y siempre trata de que sean agradables conmigo.

__Uy, el hombre perfecto. Digo, para ti, claro está.

Niego con una sonrisa de gracia. Poco después llega nuestro menú. Las medicinas habían aumentado un poco más mi apetito, aún me era difícil seguir la rutina de las tres comidas diarias, pero tenía a tres detrás mío que se encargaban de acordármelo.

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