|Lo que hicimos|
Dicen que al final, ganan los que se atreven.
Tal vez deberíamos atrevernos más, sin miedo a caer en el abismo.
[....]
¿Cuánto tiempo se necesita esperar para dignarse y aceptar que las cosas no volverán a ser como eran antes?
Quería convencerme lo más que podía de que esto solo iba a ser temporal, de que en menos de lo esperado ya volveré a regresarme a España, volviendo a tener mi rutinaria pero tranquila vida, que muy a pesar de parecer aburrida, me gustaba. Nunca pensé que extrañaría tanto escuchar ladrar todas las malditas mañanas al estúpido perro de mi vecino. ¿Quién lo diría? Hasta lo que más podía molestarme me hacía falta.
Pero, ¿y si esto no es temporal?¿Me estaré condenando a una vida que no deseo?
Me sentía albergar dentro de un pozo, solo que este era sin fondo. No sabía a dónde ni cuándo iba a parar, no tenía idea de absolutamente nada, porque no estaba segura de lo que podría pasar.
Viviré dentro de una falsa yo, una falsa relación, una falsa familia. Y de la misma manera lo estaré condenando a él. Me sentía una egoísta de mierda, una egoísta porque yo soy la causa y razón del porqué él tuvo que terminar su relación consensuada, una relación real, no una falsedad. Arruiné sus planes, así como también los míos. Yo no acepté esto con estás intenciones, pero, ¿qué podía hacer ahora?
No era su culpa, pero tampoco fué la mía. Él aceptó, por alguna razón lo hizo, pero yo también lo hice. Gaspar no me obligó a nada, además, razones no le faltaban. Sabía perfectamente que este gran paso solo nos abriría puertas en esta importante investigación, y le dejé saber lo dispuesta que estaba en ayudarlo, no me podía echar para atrás así como así, después de ya estar tan cerca, no podía ser una cobarde, no podía volver a ser esa cobarde que lo abandonaba todo cuando las cosas se ponían mal.
Me juré a mi misma no volver a ser aquella chica lastimada que decidió rendirse ante todo, ahogándose por dentro. No estaba dispuesta a ser así de débil, ya no era una niña, es ridículo que aún me sigan afectando cosas como estás. Había crecido, había madurado, y sabía que había cosas que por más que lo me gustaran, era necesario hacerlas.
__¿Necesita algo más?
__No, gracias. Te puedes retirar.__La chica asiente, prosiguiendo a dirigirse a la puerta de salida.
Destapé la botella del picante tequila, dejando caer un chorro en el vaso de vidrio grueso. Proseguí a tomar unos cuantos sorbos, cuidando de no terminar embriagada, pero sí lo suficiente relajada para evitar mis nervios de la noche.
En ropa interior, con solo un camisón de seda cubriendo mi desnudez, sentada frente a la cama, observando ambos vestidos de lujo y pedrería. Vestidos que gritaban dinero y estatus, y mucha, pero mucha elegancia.
Después de unos cuantos tragos, me pude al fin decidir por el negro de pedrería brillante, de escote uve en la parte delantera, entallado a mi cuerpo hasta los tobillos. Hermoso, elegante, y apropiado, perfecto para la ocasión. Amarré mi cabello en una cola de caballo lisa, dejando escapar unos flequillos a los lados. Retoqué el rojo vino de mis labios, para luego proseguir a los tacones, de tacón no tan alto.
Mi teléfono sonó, dándome la señal esperada. Agarré mi bolso, no sin antes darme una última mirada en el gran espejo de pared. Dí una última larga respiración, cerrando mis ojos, pidiendo a cualquier espíritu que me escuchara que por favor, mis nervios no me vuelvan a traicionar y está vez tener las tantas agallas que no tuve aquella última vez.

ESTÁS LEYENDO
|Epifanía|
FanfictionDecidida a arriesgar todo por su carrera, Marcia, una importante y reconocida abogada de España, se atraviesa en un gran rompecabezas que tendrá que resolver al involucrarse en la investigación de un asesinato. Las cosas sienten complicarse para ell...