Capítulo III: Un campamento espantacular.

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Mi visita a la oficina de la directora Gala no había salido del todo bien, gracias a que iba saliendo a una reunión. Sin embargo me había cedido un tiempo para conversar después de las primeras clases.

Aproveché el tiempo antes del desayuno para arreglar mejor mi cabello.

Me hice dos trenzas con un poco de cabello de la zona delantera de la cabeza, dejando dos mechones fuera y unas ondas en el cabello restante.

Hoy nos hemos lucido porque lucen tan naturales.

Gracias, conciencia, me encanta que aprecien mi trabajo.

Le había puesto un lazo negro donde se unían, y lo mejor era que se acopla perfectamente a lo que íbamos a ocupar ahora.

Después de comer, nos fuimos hacia el salón de esgrima con Jinx, debido que es una materia que se imparte con el curso menor al nuestro.

— ¿Lista?

— Para la esgrima, siempre.

Entramos en el aula hasta llegar a un dúo de competidores que acaba de anotar un punto.

— Entrenador, ella me empujó.

Volteé los ojos porque ese fue un punto justo y limpio, si el entrenador hacía algo para anularlo iba a meterme donde no me importa.

— Fue un ataque limpio, Máximo.

— Si te quejaras menos y practicaras más, no serías malo.

Razón no le faltaba.

— Entrenador, ¿Cuando tendré un oponente digno? ¿Alguien más que quiera retarme?

— Yo te reto.

Miré a mi hermana con una mirada de orgullo. Sabía que aunque no fuera tan buena como yo, era capaz de ganarle a ella. Después de todo en nivel estábamos muy alto.

— Ay, tú debes ser una de las raras solitarias que llegó.

— Y tú debes Lina Cortés, la auto proclamada abeja reina. Los populares tienen mayormente a ser gente vacía que se basa en belleza y estatus, creyéndose superiores al resto, y no en lo que en verdad importa en una escuela: la inteligencia y las habilidades.

— Máximo no necesita que vengan a defenderlo. Es perezoso no está indefenso.

Miré a Máximo de arriba a bajo disimuladamente. Se había puesto lentes y estaba respirando con un inhalador ya que el entrenador señaló su asma.

La verdad no sé miraba mal, de hecho se podría considerar guapo, pero no es mi tipo.

— Tampoco lo negaste.

— ¿Vamos a hacer esto o no?

— La mejor de tres.

Se acomodaron en el tapete de enfrentamiento mientras se enlistan para el susodicho.

— Anga.

La pelea había empezado mientras analizaba muy bien los movimientos de mi hermana menor, iban muy estrechas ambas hasta que Jinx tuvo el primer punto.

Cuando empezó la segunda ronda caminé lentamente mientras repetía mi acción anterior de análisis. Me detuve cuando Lina tocó a Jinx.

Casualmente fue al lado de Valentino.

Me relamí los labios cuando Jinx se sacó la careta, sin miedo a que el labial se me corriera o saliera.

— El primer punto fue suerte de principiante.

— Y el segundo manifestación del perdedor.

Principiante en la clase, y tu vena del pie, sapajueputa.

Le Chante de la MortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora