Capítulo XIV: El no baile del baile.

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— Ya voy, Matt- Jinx termino de acomodar algo en su mochila y fue.

Le iba hablando mientras acomodaba una de las mudas con la cuál debía usar.

— Thiago...- la mire.

Eso no era posible ¿O si?

— Vine para invitarte al baile... Creo que... iríamos bien, juntos.

Después de una conversación sorprendente a la cual obviamente presté atención, tomé mi bolso y vi a Annibal.

— Sé que haz sido tú.

— Annibal, te juro que si fueras sirviente mío y no de mi hermana, te mato.

Buscó en su armario hasta la señal del ave.

— ¿Como lo pagaste?- no sé qué le respondio- es cierto, tienes mano larga.

Se lo puso y la senté en mi cama.

— No hay tiempo, pero te puedo dar una manita de gato- tomé una brocha y una paleta de mi mueble y la abrí.

— ¿Sabías de esto?

— Corazón, me la pasó entrenando. No podría. ¿O acaso quieres que te recuerde mis habilidades con el maquillaje?

Le apliqué un poco de sombra, rímel, un poco de iluminador aperlado y un bálsamo labial. Le hice un peinado con un par de  trenzas y boila.

Lista a tiempo.

— Wow, te ves...

— Se que este no es mi estilo, me veo..

— Hermosa. Jinx, te ves hermosa.

— Sí, sí, lo que digas Romeo- lo tome del traje- más te vale cuidarmela o si no tú sabes quién no amanecerá vivo.

— Por supuesto- hizo una pausa hasta que lo solté y me vió se arriba a bajo- ¿No vendrás? Escuché que Valentino te invito.

— Me cancelo y Leia me contó que va con Lina. Ahora tengo mejores asuntos que lo que iba a ser mi baile de preparatoria con alguien que no quiere saber nada de mí.

— Ten, te traje esto- me dio un vaso del café.

— Dios, eres grande- aclame al cielo y después tomé un poco.

Jinx tuvo que hablar con Matt y después de eso fuí a mi estudio.

Había pasado una hora aproximadamente cuando me cambié de ropa por un top sin mangas y cuello alto color lila, tacones negros de aguja y una falda tableada negra.

Cuatro dedos sobre la rodilla para que se den una idea.

Era algo parecido a mi vestuario de competencia para la semifinal así que comenzaría a practicar con esa ropa.

Obviamente lila porque, como les dije, descubrí que la gama de lilas, violetas y morados son mi color. Se lo atribuía a mi pelo.

Había estado arreglando el vestuario de una de las competencias que iniciaría y luego arreglando la pista musical.

Estaba haciendo elongación cuando delante de mi apareció una bola azul.

Me levanté y la toque. Se convirtió en una señora, traía una capa y por debajo un vestido blanco.

— Antes de que algo ocurra debes intervenir por él. Media hora antes de la medianoche, media hora solamente tienes, antes de que su sangre derroche, salvar su vida debes.

— ¿Pero... quién?

— Una ave una vez en un hombro se posó, y los rulos que tocó nunca más soltó. Buena suerte, hechicera.

Le Chante de la MortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora